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902 • LA REALIDAD SIN MATICES |
Martes, 31 de agosto de 2004 |
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La renuncia de las potencias hegemónicas a la
autocrítica y al
multilateralismo, la debilidad de los foros de debate
internacional, la definición de 'ejes del mal'
frente a 'ejes del bien', la afirmación del 'conmigo
o contra mí'... La actualidad internacional se multiplica en pistas
de una creciente simplificación de los discursos políticos. Las posturas oficiales en torno a los centros del poder no admiten fisuras, y los matices del análisis diplomático se pierden frente a la concisión y la dureza de los halcones militares. Más que nunca tal como dijo Groucho Marx: la inteligencia militar es una contradicción en los términos. Para David Clark, que fuera consejero del Foreign Office, nunca ha sido sencillo mantener una perspectiva frente al terrorismo, y menos en un contexto de atentados de extrema dureza como los atribuidos a Al Qaeda. Aún así, escribía Clark en The Guardian que declaraciones como la del ex director de la CIA, James Woolsey, refiriéndose a una presunta tercera guerra mundial, ofrecen un "estúpido ejemplo de exageración de los que han caracterizado el debate en los últimos dos años y medio". Según A. Sampson, en The Observer, la primera lección en antiterrorismo pasa por lo político, y no por lo militar. Sampson opina que el plan a largo plazo de Bin Laden parece estar claro: con sus acciones espera una respuesta de máxima dureza de sus oponentes que al tiempo que le dé máxima publicidad, le ayude en su tarea de reclutar nuevos apoyos. El presunto ideólogo mayor de la aventura militar en Irak, Donald Rumsfeld, ha declarado que la decisión española de retirar soldados de Irak, ofrecería evidencias a los terroristas "de que se pueden salir con la suya", demostrando una presunta falta de fuerza de la comunidad internacional. Esta idea es un ejemplo significativo de que la estrategia hegemónica en la actualidad, alrededor del eje Washington-Londres, va en dirección contraria a la priorización de la estrategia política sobre la militar. La presión de los halcones de la Casa Blanca para un ejercicio de dureza militar sobre Irak era anterior a la llegada de Bush al gobierno, como ahora se pone de manifiesto. Y era conocido que las firmas de Rumsfeld o Wolfowitz ya aparecían en misivas a Clinton bajo el auspicio de centros de poder del neoconservadurismo estadounidense en apoyo de este tipo de estrategias. Los intentos de leer los resultados electorales en España en clave exclusiva de respuesta a los atentados de Atocha son ejemplificantes del problema. El Wall Street Journal ha editorializado sobre una presunta debilidad de la comunidad internacional respecto al terrorismo, realizando el análisis post electoral español en términos de 'división social' y advirtiendo que las próximas elecciones en EE.UU, Polonia o Italia serían "una prueba para la coalición y su posición agresiva contra el terror". El reduccionismo de esta interpretación es realmente alarmante, sobre todo por la constatación de que los influyentes pontificadores del Wall Street Journal sitúan la estrategia antiterrorista como clave central del debate electoral internacional.
Ignoran así cualquier
condicionante socio-económico interno o externo, eliminando del
análisis la coyuntura específica de cada uno
de los países y el conjunto de políticas en torno a otros temas.
Pronunciarse en ese sentido supondrá reconocer una excepcionalidad de la
situación con la que se pretende defender la excepcionalidad de medidas
que de otra forma serían abiertamente rechazadas por las mayorías
sociales: la guerra es el ejemplo más significativo. | |
ROBERTO NOGUEROL |