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901 • AMOR ROMÁNTICO |
Lunes, 30 de agosto de 2004 |
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Cuando nos enamoramos, creemos que durará para
siempre. Así ocurre en los cuentos: el príncipe y la
princesa viven eternamente felices.
Pero eso, ¡ay!, no sucede en la realidad. Surgen fricciones y, finalmente,
la indiferencia. Como señala
Scott Peck: - El amor romántico... es una tremenda mentira, pero - acota - quizás sea una mentira necesaria por cuanto asegura la supervivencia de la especie, al alentar y aparentemente validar la experiencia de enamorarnos que nos atrapa en el matrimonio. Millones de personas malgastan grandes cantidades de energía en un intento fútil y desesperado de hacer que la realidad de sus vidas se ajuste a la irrealidad del mito. Para el filósofo francés René Nelli, el romanticismo amoroso fue inventado por las mujeres siguiendo los modelos masculinos de amistad. Durante la Edad Media, el guerrero tenía necesidad de un compañero más fiel que los de su propia familia o clan. En la lucha o en la caza, su vida dependía del amigo. Por ello, en casi todos los pueblos la amistad masculina se ha idealizado, ritualizándose (intercambio de sangre, juramentos solemnes, etcétera). Los templarios y hermandades caballerescas utilizaban fórmulas de este tipo, siempre de carácter misógino. Con las mujeres sólo se mantenía una relación amo-sirvienta. Aproximadamente desde el siglo XIII fue creándose poco a poco, desde los estamentos cultos y nobles, ese mito amoroso en favor de la mujer. - El compañerismo caballeresco - dice Nelli - y sus antiguas magias habían mostrado a las mujeres lo que se debía de hacer para contraer amistad con el hombre: realizar el intercambio de los corazones o de la sangre. La poesía y la literatura vinieron en ayuda de las mujeres. Los cantos de los trovadores, que desplazaron progresivamente a los poemas épicos, siempre estaban relacionados con el ideal femenino. Las damas cortesanas y aristócratas no otorgaban sus caros favores más que a los hombres que se mostraban sinceramente enamorados. Para los caballeros medievales comenzó a resultar un orgullo amar, y se llegó a los refinamientos del amor cortés, en el que la proximidad a la amada era de mal gusto. Posiblemente de origen árabe, en el amor cortés preponderaba el espíritu y para el amante era obligatorio el distanciamiento. Por fin la mujer consiguió que el hombre le otorgara su corazón y ser digna de su amistad. Hoy, con la liberación femenina, se ha perdido mucho del romanticismo erótico, aunque muchas mujeres siguen soñando con él. | |
Colaboración S. Hernáez |