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1265 • PAZ DE MIS SUEÑOS

 

Jueves, 19 de enero de 2006

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Tengo una propuesta concreta de paz para el mundo: los Estados Unidos se retiran de Iraq y devuelven a México Texas, California y Arizona, y Puerto Rico a los portorriqueños, suspenden el bloqueo a Cuba y les devuelven a los cubanos la base de Guantánamo.

Francia y España devuelven a los vascos su territorio; Turquía, Irán e Iraq admiten el derecho de los kurdos a una patria; Rusia deja libre a Chechenia; China desocupa el Tibet; las Coreas del norte y del sur llegan a un acuerdo de reunificación; es creado inmediatamente el Estado Palestino y reconocido por la ONU; Israel devuelve los territorios ocupados y Jerusalén es declarada santuario universal o ciudad por la ONU.

El papa renuncia al título de Jefe del Estado Vaticano, entregándole su administración a la Unesco, quedándose sólo como pastor universal de los católicos, sin pretensiones de hegemonía religiosa y cultural; el FMI y el Banco Mundial cancelan la deuda de los países pobres; y la Organización Mundial del Comercio condena el proteccionismo y los subsidios agrícolas de los países ricos.

Se adopta la tasa Tobin en las transacciones internacionales; son considerados crímenes la formación de carteles y oligopolios, así como la asignación personal de un salario superior a la media nacional multiplicada por veinte. Se prohíbe la propaganda de tabaco y de bebidas y la exaltación de la violencia y de la pornografía en películas y en programas de televisión.

Todos los políticos con cargos electivos son obligados a mantener en internet la declaración transparente de sus entradas y sus bienes; las denominaciones religiosas renuncian a todo tipo de fundamentalismo y competencia; el Estado considera crimen horrendo y grave violación de los derechos humanos el hambre, la miseria y la pobreza.

A cada ciudadano le es garantizada una entrada mínima, así como los derechos básicos de alimentación, salud y educación, y un tope gratuito en el consumo de energía, agua y teléfono. Se superan los prejuicios raciales y anti homosexuales, las discriminaciones étnicas y religiosas, la desigualdad social y el miedo a la libertad.

Habría paz si los países más ricos se aliasen no para bombardear un pueblo miserable como el de Afganistán o de Iraq, sino para combatir las causas del terror.

¿Cómo evitar el terrorismo si el capital goza en el planeta de una libertad de circulación negada a las personas, si un pasajero es sacado de un vuelo por tener cara de árabe, si el gobierno de los EE.UU. no acepta el Protocolo de Kyoto de protección ambiental, y se retira de la Conferencia de Durban sobre el racismo?


¿Cómo evitar sentimientos negativos si los EE.UU. invirtieron muchísimo dinero para que Bin Laden combatiera la invasión rusa de Afganistán en 1991, pero no dieron un centavo para promover el desarrollo de aquella nación? ¿Y cómo hablar de combate al terrorismo si la CIA protege a Posada Carriles, el superterrorista cubano que hizo explotar en el aire un avión con 73 pasajeros en 1975 y dirigió torturas en El Salvador y en Venezuela?

El atentado terrorista en los EE.UU. el 11 de setiembre de 2001 fue horrible. Condenable bajo todos los aspectos. Pero debiera servir al menos para que el Occidente meditara acerca de sus relaciones con África, Asia y América Latina.

¿Qué queda en África después de décadas de colonización italiana, belga, francesa e inglesa?
Miseria, guerras, epidemias. El vih/sida amenaza hoy la vida de 25 millones de africanos.

No podemos cambiar de planeta, al menos por ahora. Si las naciones ricas quieren vencer el terrorismo sólo hay una solución: vencer las causas que producen terroristas. Lo cual significa invertir sus recursos a fin de que la vida digna y feliz, don mayor de Dios, sea un derecho de todos y no privilegio de una minoría.

Predomina en los medios políticos y diplomáticos la idea de que la paz puede existir como mero equilibrio de fuerzas, mediante tratados y acuerdos que hagan cesar la agresión, pero sin eliminar el espíritu belicista ni las causas que generan los conflictos. La ONU trata de lograr la paz en el mundo, se esfuerza por evitar guerras, pero sin empeñarse suficientemente en erradicar las desigualdades sociales y asegurar a todos los pueblos condiciones dignas de vida.

FREI BETTO
Fraile dominico, asesor de pastoral y escritor
Extractado de su artículo "La Paz de mis sueños"