En
la hipótesis de que el
Che Guevara se hubiese equivocado en todo lo
que hizo, hay algo en lo que acertó: vislumbrar a Bolivia como eje de la
revolución sudamericana. La izquierda chiquita no lo tiene claro y los
gobiernos progresistas de América prefieren no tenerlo claro. Para
Washington sí está claro:
Bolivia debe ser borrada del mapa (Mark
Falcoff, asesor del vicepresidente Dick
Cheney).
Los negros de Haití y los pueblos antiguos
del altiplano boliviano en el sur abrieron de par en par las puertas de la
independencia americana. El espíritu de la
ilustración y el republicanismo cartón pintado (el de libertades
sin negros ni indios) los condenaron a la pobreza y a la miseria sin fin,
intentando sepultarlos. No pudieron. No pueden. Entonces los intervienen "democráticamente".
En 2004 Haití fue
"intervenida democráticamente".
En 2006, y en caso de que el "indio" Evo Morales
gane los comicios presidenciales, Bolivia
sería intervenida democráticamente. Pero si
los resultados le fuesen adversos, la
ingobernabilidad del país andino llevaría a que igualmente sea
intervenido. "Desencanto con la democracia",
"ingobernabilidad" son nuevos eufemismos que
los tecnócratas usan para desacreditar a pueblos indomables con larga
tradición en cosas de lucha y rebeldía.
Uno de ellos, José Miguel Insulza, ex
canciller de Chile y actual secretario
general de la OEA, promovió la invasión
armada a Bolivia. El 24 de junio de 2004, Insulza
invocó el artículo 20 de la Carta Democrática de la
OEA. Para evitar equívocos el señor dijo: No
hablo de intervención sino de incursión. El plan de
invasión militar a Bolivia empezó a
planificarse en noviembre de 2003. Semanas después una reunión de
comandantes de Brasil, Argentina y Chile fue
dando forma a la fuerza internacional combinada
para ejecutar el plan con el respaldo de la ONU.
En principio (sólo en principio) Brasil y Argentina
rechazaron el plan.
En el altiplano las tropas estarían compuestas por soldados chilenos
disfrazados de cascos azules de la ONU, y
algunos contingentes de militares argentinos y brasileños. En la región
oriental (Santa Cruz), el movimiento "autonomista"
de la provincia boliviana celebraría la "incursión"
de los marines estadounidenses asentados en Paraguay.
En el altiplano chileno, lindante con el boliviano y ampliando su área de
acción hasta las fronteras con Perú, el
gobierno de Santiago viene reforzando con
artillería pesada y tropas de elite los campamentos militares de
Pisiga, Todos Santos, Tambo Quemado y Charaña.
Hasta marzo de 2004, el ejército chileno contaba con más de 30 mil hombres
en la zona.
En junio de 2005, con el pretexto de evaluar la situación en
Haití, el jefe del comando sur del ejército
estadounidense se reunió con los comandantes de
Argentina, Brasil y Paraguay. Dos meses más tarde empezó a
funcionar en territorio paraguayo, la base militar
Mariscal Estigarribia con 3.800 metros de longitud, los necesarios
para el aterrizaje de bombarderos a sólo 200 kilómetros de la frontera con
Bolivia.
Aliados principales de EE.UU en
América del Sur, el militarismo y la
oligarquía de Chile parecen estar dispuestos
a jugar el rol histórico jugado en el pasado, cuando en la
Guerra del Pacífico despojaron a
Bolivia de su litoral marítimo (1879) y en la
de las Malvinas (1982) maniobraron a favor de
Inglaterra.
Con más de 4 % del PIB destinado a
armamentos, unos 3 mil millones de dólares anuales,
Chile es el país de América Latina que
más dinero destina por habitante a gastos militares. En 2002, las fuerzas
armadas de Chile cerraron trato con la
compañía Lockheed Martin de
Estados Unidos para la compra de 10
bombarderos F-16 artillados con misiles
Amraam, pagando más de 600 millones de
dólares. En 2004, el gobierno "socialista" de
Ricardo Lagos adquirió tres fragatas tipo
Spruance, buques de guerra con capacidad de transportar misiles
teledirigidos Tomahawk, que tienen un alcance
de 1.800 kilómetros y dos nuevos submarinos valuados en 450 millones de
dólares.
Según el analista Wilson García, el
armamentismo confirmaría la vieja sospecha de que
Chile aspira a cumplir en la región, el mismo papel de
Israel en Medio Oriente.
Los aviones F-16 son de origen estadounidense, pero llegaron con técnicos
y asesores israelíes.
¿Quién sería el enemigo? Desde este
burdo razonamiento, se habría identificado a los pueblos indígenas
aymaras, quechuas y mapuches como
los musulmanes de Sudamérica. En el cono
sur el libre comercio tiene, en efecto,
socios muy eficientes y
pragmáticos. |