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Ya no caben aquí las ironías
ni el "lo habíamos dicho". Aquí cabe sólo el inmenso dolor por el
mundo que vivimos, pensando en los que hoy son niños y les tocará vivir
tiempos cada vez más difíciles, fundados en el egoísmo y la estupidez de
los poderosos. Lo de Nueva Orleans es
producto de la soberbia de los fatuos y el egoísmo de los ávidos de poseer
cada vez más. En Nueva Orleans ha fracasado
la humanidad toda. Sus intelectuales, sus
organizaciones del trabajo, el
sistema triunfante, las
religiones.
El mundo acaba de vivir su prueba más contundente. Primero, la
demostración de que este sistema no tiene salida. Segundo, que no es
suficiente con denunciarlo. Hay que luchar contra él. Desde lo político,
desde lo ecológico, desde lo espiritual, desde lo religioso. Con el
huracán Katrina se ha llegado a la última
prueba. El sistema no sólo ha jugado con la vida humana, sino también con
la naturaleza. Lo ha dicho el representante alemán, el director del medio
ambiente de la ONU, doctor
Töpfer, al comenzar su discurso en
Berlín:
- El deterioro climático no es una visión del
futuro, sino que es un hecho absolutamente actual. Es una necesidad de
vida y no frases de lujo de algún intelectual - llamó con
dramatismo a - frenar el crecimiento económico
cuando ya no se puede sostener el equilibrio ecológico.
Y el primer ministro alemán, Gerhard Schroeder,
por primera vez criticó abiertamente a los consorcios petroleros. Y llegó
a una conclusión que tendría que haberla dicho una década atrás:
- Hay que acabar con eso de que la protección del medio ambiente y del
clima pone frenos al empleo de los desocupados - que sostienen
justo la derecha y los cristianos demócratas para las próximas elecciones.
Todo lo que se pueda decir sobre la catástrofe
de Nueva Orleans es poco. Los argentinos
tuvimos un aviso en las inundaciones en nuestra
Santa Fe de la Vera Cruz, donde no se tomaron las medidas de
defensa necesarias porque (igual que en Nueva
Orleans) al fin y al cabo hubiera sido defender los barrios pobres,
a los sabaleros. A los cuales se mantuvo meses enteros debajo de carpas
agujereadas con piso de lodo. "El color de la
pobreza es el negro", tituló un diario con referencia a que el
número de víctimas del desastre "republicano"
de Louisiana es en su mayoría gente de color,
descendientes de esclavos. No se hizo las construcciones de defensa que
requería la protección de la vida.
En Naciones Unidas sonó el alerta: "Inversiones
masivas para las energías renovables y un No definitivo a las materias
primas fósiles, como el petróleo". Eso fue un mensaje directo a
Estados Unidos, que se burló del Kioto I,
el alerta para proteger el futuro del planeta y los hijos de la
naturaleza. Y después al camino que siguieron todos los países del
Primer Mundo, sin excepción:
la falta de grandeza frente al proyecto general de dedicar todos los
esfuerzos y gastos a una política de proteger el medio ambiente y de las
políticas nuevas sobre energía y el clima. La misma mezquindad como los
precios del petróleo en los últimos días, una especulación pura. Ha
llegado el momento definitivo de que sean el Estado y asambleas
ecologistas los que digan no a la tiranía de las empresas irracionales
cuya única finalidad es la ganancia, contra todo principio de la Ética.
Los pueblos tienen que empezar a movilizarse, a salir a la calle para
defender la salud del paisaje natural, como lo están haciendo los
patagónicos.
Desde ya, la educación tiene que tener una orientación fundamental acerca
de la defensa de la naturaleza. Porque no sólo el petróleo y los gases son
el problema, sino también el agua. Hay que leer a
Humboldt, el sabio que recorrió la América
latina a principios del siglo XVIII y escribió maravillado acerca
de la defensa de la naturaleza que hacían los pueblos originarios, quienes
no tenían concepto de la propiedad, mientras que detalló cómo los
conquistadores españoles lo primero que hacían al llegar era marcar y
cercar ya la tierra de la que se apoderaban. Y aquí, cuando
Roca entregó las amplias y generosas pampas a
quienes habían financiado su mal llamada "Campaña
del Desierto" apareció de pronto el alambre del esto es mío, mío,
mío.
Me acuerdo muy bien de aquel Mayo de 1968
europeo, con los estudiantes en la calle, que entre otros principios de
libertad y solidaridad mantenían los ideales de la protección de la
naturaleza. Por eso, sonreí aquella vez en Buenos
Aires donde una mano sabia había escrito en el monumento a
Julio Argentino Roca, con pintura blanca: "Prefiero
el Mayo Francés y no el julio argentino". Una frase plena de humor e
ironía. Hace pocos días, esa frase que lo decía todo ha sido borrada. Los
entendidos dicen que fue Macri quien ordenó
hacerlo. Consecuente. En los partidos que se presentan en las próximas
elecciones en la Argentina, ni figura la
palabra defensa de la ecología. Tengamos en cuenta eso.
A partir de Nueva Orleans, todas las carreras
universitarias tendrían que obligar al estudio y a la aprobación de la
materia "Protección y respeto por el equilibrio
ecológico". Las religiones deben acabar ya con eso de rezar y rezar
para que dios "en su infinita bondad nos proteja".
No, nosotros tenemos que proteger a la naturaleza con nuestra acción y no
permitir que todo quede en manos del egoísmo de las empresas dominantes y
sus muñecos políticos.
¿Qué hace Naciones Unidas respecto de la
fabricación de armas y los bombardeos? Mira para otro lado. En el fondo,
nada más que una farsa, con funcionarios bien pagados formando una
burocracia bien pagada y parásita. Resultado: Nueva
Orleans, y ahora todo se quiere remediar con dos mil dólares por
persona en los bolsillos rotos de la población zaherida y humillada.
Martín Winter escribe desde
Bruselas, de la Unión
Europea:
-...que las autoridades de la Unión Europea
registran que si bien Estados Unidos posee un armamento todopoderoso, y
propicia guerras allí donde tiene o procura intereses, no ha gastado ni
medio centavo en prever las crisis civiles y las posibles catástrofes en
su propio territorio, en especial en las regiones más pobres... - y
agrega -...ahora queda al desnudo que desde siempre
George W. Bush y su ministro de Defensa Donald Rumsfeld persiguen una
estrategia por la cual Estados Unidos agrede, y luego los europeos son los
encargados de reordenar las cosas. Guerra para el Marte norteamericano y
reconstrucción para la Venus europea.
Por eso fue tan ejemplar y saludable -por primera vez desde 1945- cuando
Francia y Alemania le dijeron NO al ataque de
Bush a Irak,
mientras Inglaterra, la
España de Aznar y la Italia de Berlusconi
se sometían al dictado de George W. Bush. Y
en esto quedó en claro que después de la acción guerrera,
Estados Unidos no estaba preparada para la
catástrofe civil que ocurrió en el país árabe ni tampoco de llevar a cabo
el reestablecimiento de la infraestructura pública. Y se dijo en Bruselas:
- Quien hoy quiere llevar a cabo guerras exitosas no
tiene sólo que destruir sino que también debe reconstruir.
Y justamente el problema de Bush en Irak es
ahora el costo inmenso que cae en sus arcas sólo para mantener su ejército
de ocupación. Si no sabe o no puede enfrentar la catástrofe de
Katrina, menos va a poder borrar las huellas
criminales de los bombardeos y acciones de guerra en
Medio Oriente. Bush, el agresivo, debe
darse cuenta de que, por lo menos, es tan importante el dinero para
prevenir catástrofes como el monto de la financiación de la fabricación de
armas.
Esto no lo pudo enseñar la lógica ni el respeto por la vida de los demás.
Que son los temas que tendría que tratar la reunión de
Mar del Plata. Los representantes que
concurran deben comprender que ya no hay que ir a recibir órdenes, sino a
exigir un ordenamiento distinto. Las universidades tienen que ayudar a
ello, las asambleas futuras de la calle deben enseñar lo que desea la
gente de la vida: la paz, una existencia digna,
trabajo para todos y no balas ni automóviles de lujo ni artículos
suntuarios.
Hay que comenzar también a despreciar a los políticos que sólo se
preocupan por candidaturas. ¿Pero acaso no es ya hora de que el ser humano
aprenda después de todas las enseñanzas de los genocidios, el racismo, las
guerras imperialistas, las ciudades destruidas, las columnas de
refugiados, el hambre, la orfandad, la desocupación, la violencia
uniformada por el poder, las hogueras de la irracionalidad, el miedo
enseñado desde el Más Allá?
El mundo necesita maestros y no cowboys, investigadores de la razón y el
optimismo y no arrodillados que se consideran pecadores ante Dios pero
elegidos para ser la autoridad que domina al pueblo.
Bush, una caricatura. Los cadáveres flotando en
Nueva Orleans, los
niños iraquíes muertos en los bombardeos. Las colonias deben decir
basta al imperio. Ya no es esto una propaganda de iluminados, sino la
única salida de un mundo donde la Muerte cabalga en todas latitudes y
longitudes. |