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9 • LOS MEDIOS 3

 

Jueves, 30 de agosto de 2001

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Texto completo del debate coordinado por Jorge Halperín del que participaron Tomás Abraham, Miguel Bonasso, Adolfo Castelo, Carlos Gabetta y Jorge Sigal. Realizado el 27 de junio de 2001 en el Centro Cutural General San Martín.

JORGE HALPERÍN: Y ahora me toca presentar a mi compañero Adolfo Castelo por si alguien no sabe conduce Mirá lo que te Digo todas las tardes. Condujo junto a Marcela Pacheco, Gisella Marziotta y otros Medios Locos y también hizo Asociación Ilícita. Su experiencia televisiva comenzó en el edificio de canal 7 con Semanario Insólito. Al poco tiempo, en 1986 junto con Carlos Abrevaya, Jorge Guinzburg, Raúl Becerra y Nicolás Repetto dio comienzo a La Noticia Rebelde.. El programa superó todas las expectativas y con el tiempo se convirtió en un referente obligado de una nueva manera de hacer televisión que fue más allá de los cinco años que duró en el aire. En los 80 también pisó fuerte en la radio de la mano de Alejandro Dolina en Demasiado Tarde para Lágrimas, programa precursor de La Venganza será Terrible. Durante dos años, hasta diciembre de 1998, con Guinzburg y Carlos Ulanovsky hizo El Ventilador en Radio América. En 1999 comienza Turno Tarde con la periodista Nancy Pazos. Pero su éxito en la televisión y en la radio estuvo precedido por su participación en la revista Tía Vicenta. Bueno, Adolfo, y lo interesante en esta mesa, es que el único de la gente de los medios que puede hablar principalmente de la radio y la televisión.

ADOLFO CASTELO: La primera sospecha con la que tropiezo es entender la realidad, porque uno se analiza y el analista le dice que la realidad es la de uno y ahí ya se complica todo. Ni siquiera la del espejo, porque alguien va a demostrar que el espejo refleja el 73 % de la realidad, con lo cual pasan a tener un valor incalculable los amigos cuando le dicen que uno esta más viejo, más gordo, más flaco. Porque el espejo deja de ser fuente confiable. Mi sospecha grande es que hoy hay más noticias de los episodios que en realidad ocurren. O sea ocurren algunas cosas, pero uno escucha y ve por la tele un montón de cosas que yo no estoy seguro de si están pasando. Hay una voracidad que a mí me parece que empieza por los gerentes de noticias y por los canales y las radios antes que la necesidad de la gente, porque la gente no puede absorber todo lo que le dicen en la radio y le muestran por la tele.

Es imposible digerir todo eso. Entonces de ahí mi sospecha de que hay más noticias de lo que en realidad ocurre. Yo vengo del tiempo de Primera Plana donde, para acompañar a Bonasso en el recuerdo, mi función como cronista consistía en ir a comprar pizza para los directores, los jefes de redacción. Era un tiempo donde una noticia duraba, tranquilamente un año. Esta es la realidad. Aparecía la noticia, salía en el diario, la radio lo decía un poquito y después se iba al café de la esquina donde se reunía la gente en pijama y zapatillas de paño, y se charlaba un poco en la vereda. Y aguantaba tranquilo un año. Y no la jodan. Hoy, lo agarran a un tipo en la radio a las 6 de la mañana, lo arrancan de la cama para que salga por el teléfono, el tipo babeado, con un olor que menos mal que es radio, con ese aliento a oso, que uno tradicionalmente, no quiero ofender a nadie, yo tengo a esa hora y esta obligado a contar lo que pasó, sea político, funcionario o un tipo que vio un robo, con coherencia y a sacar conclusiones.

Porque el periodista le pregunta: "¿Y usted que piensa?". Y el tipo lo único que quiere es en tomarse un café y hacer algo por él y no por la ciudadanía. Esto arranca a las 6 de la mañana, esto qué quiere decir, que esa noticia a la tarde, si uno la sigue exprimiendo, es una efeméride, ya no es una noticia, ya cumplió como doce horas. Al otro día está en Volver. Yo creo haber visto la renuncia de Chacho en Volver. Díganme la verdad, ¿no les parece una cosa viejísima la renuncia de Chacho? Con lo que eso significó, el cagazo que nos dio, con qué cagazo tapamos ese cagazo? Esta es la cosa terrible de si inventamos la noticia o es la realidad. ¿Pasan tantas cosas de verdad? ¿Pasan tantas cosas importantes de verdad, o estamos en una producción que no podemos controlar de información todo el tiempo? Piensen en un trabajador nato, un movilero de una radio. Un tipo que está obligado a resolver problemas de tan diferente especie que se convierte en un monstruo, porque tiene que responder, atacar, cubrir y obtener de cada lugar y de cada información, en lo posible algo espectacular. Esto se parece bastante a inventar una noticia. Yo no digo que no sea cierto que Roger le haya tomado el vaso de agua a Menem.

¿En que detalles tenemos que detenernos porque hay que decir algo original? Diferente a que Menem llegó temprano y parecía una pantera. Está bien, me parece que estamos generando mucha información. Pero como hizo Primera Plana en su momento, que agregó al vocabulario común de las personas --se calculó-- alrededor de mil palabras nuevas. Vamos a tener que introducir al vocabulario más cosas para ver si por ahí tenemos que fijarnos en detalles tan poco importantes, por lo menos tratemos de que sea una hermosa novela. Porque remito lo que decía antes: yo no creo que podamos soportar esta cantidad de información que nos quiebra, que nos deprime como si nos faltaran motivos y nos hace perder de vista qué es lo importante. Es cierto, como dice Abraham, que hace falta gente que nos explique lo que pasa, pero esto ocurre porque pasan o nos cuentan que pasan tantas cosas que es imposible poder determinar qué es importante y qué no. Porque además tampoco el analista, si es alguien que lo tiene, le va a dar bola a toda esa cantidad de boludeces. Y los amigos están preocupados en batir récord de vueltas al parque 3 de febrero y entonces uno queda solo con esa información.

Hablé de los movileros; voy a hablar de los oyentes que son encarados en la calle. Los oyentes están de alguna manera estimulados para opinar y para sacar conclusiones. Esto no me parece mal, pero agrega más información a toda la información que hay. Con un riesgo, que voy advirtiendo es que ya hay funcionarios y políticos que trabajan sobre los mensajes que se reciben en los programas. Entonces empiezan llamados que vienen de algunas parroquias o de algunos despachos y mensajes que uno boludamente lee a primera vista y se da cuenta que le está haciendo prensa a alguien y viene disfrazado de mensaje de un oyente que quiere y aprecia en su colaboración.

Pero fíjense que cada tanto aparece una oleada. Había humor sobre el presidente y empezaron a aparecer un montón de mensajes los últimos días cuando comenzó a aparecer el tema de Tinelli, de gente que observa que le están faltando el respeto a la investidura. Ese es otro tema que podemos discutir, pero a mí me llamaron la atención esas pequeñas oleadas. Todo eso suma a la información y uno pierde de vista cuál era la información. Eso es lo que ocurre en la radio, y les doy un ejemplo. Si uno sospecha que le inventan información o no. Hay una prueba que es muy simple que se puede hacer, es ir a ver un partido y tener la radio. El que relata ese partido es otro, no es el que uno está viendo y si no véalo por televisión y ponga el audio de una radio; está bien, tienen que dramatizar. Sin duda un partido de fútbol es mucho más lindo que un teleteatro porque labura más gente, por lo menos son 22.

Yo no conozco ningún teleteatro que tenga 22 participantes divertidos. En el caso de la televisión que yo estimo es el chicle del ojo ya a esta altura. Es muy importante, si no estaría despreciando mi profesión, la presencia de la televisión, y sino, pensemos: Bonino, que fue asesinado y no se tuvieron noticias, después vino el asesinato de Cabezas donde se empieza a conocer más información, pero el periodismo no pudo estar en el lugar cuando apareció la policía y borró todas las huellas. Después estuvo Ramallo, donde estaba el periodismo, donde estaba la televisión y donde fue muy difícil trampear, porque ahí estaban todos. Por eso hay que buscarle un punto de equilibrio a esto. Por suerte yo acá termino mi charla y el punto de equilibrio lo tendrá Gabetta.

Gracias


Colaboración C. Becka