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949 • BEBEN MISERIA |
Miércoles, 3 de noviembre de 2004 |
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Toco la piel de mi tierra, donde nuestro pueblo bebe miseria. Este país desespera y desalienta. Contra esa desesperanza es un deber la mirada que pulverice la pena de los pobres y ponga sentido común al extravío. En Entre Ríos, el juez de Instrucción de Nogoyá, Sebastián Gallino, encarceló a los padres de dos chicos "por la responsabilidad que les cabe en la educación y control de sus hijos", sospechados de cometer "ilícitos menores". Siguiendo el camino de los precursores: el gobernador Julio Cobos en Mendoza o el Ministro de Gobierno de La Pampa Juan Carlos Tierno quienes apuntaron a los padres, necesariamente pobres, de una miseria categórica, por supuesto. Dice Infobae que "la intención del juez fue hacer que los padres tomen conciencia de la responsabilidad que les cabe por los actos de sus hijos menores" y que los pibes vivan las consecuencias en el seno de su familia dejándolos ingrávidos, flotantes en el puro vivir sin sucesión, salvados de motivos, de orígenes, de albas. Seguimos en la era de las sombras criminalizando la función paterna. Esos hombres y mujeres que conocieron el amor y dieron hijos al mundo, no tuvieron la suerte de que sus vidas espigaran felicidad con el trabajo, sino la utopía contraria: la hacen padecer sin matarla. Pero esta obsesión por utilizar el Código Penal para resolver los conflictos sociales, no hace más que potenciarlos. Los mentores de medidas punitivas, las campañas mediáticas, constructoras infatigables de este falso imaginario (creado alrededor de los niños) oscurecen la identidad del Estado de Derecho y generan respuestas alejadas de los humildes de esta tierra. Si se considera que la incidencia de la pobreza es mucho mayor entre los niños que en el resto de la población, es necesario que el abismo responda de una vez, porque ya va quedando poco tiempo como decía Nicanor Parra. El notable jurista Ferrajoli escribe que hacer verdadera democracia, "es tomar en serio los derechos fundamentales tal como vienen solemnemente proclamados en nuestras constituciones y en las declaraciones internacionales, quiere decir hoy poner fin a ese gran apartheid que excluye de su disfrute a las cuatro quintas partes del género humano". |
ALBERTO MORLACHETTI |