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888 • PARAÍSO ARTIFICIAL

Miércoles, 11 de agosto de 2004

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Ya sea para escapar de una realidad deprimente, para alcanzar estados más placenteros o para superar sus limitaciones físicas, el hombre ha ideado desde siempre artificios que le permitan huir de su rutina diaria.

Los sumerios y los egipcios eran muy dados a estimularse con opio, las culturas precolombinas fueron maestras en el uso de ciertas plantas alucinógenas y los curanderos budistas sentían predilección por la marihuana. Hoy en día, las drogas y el alcohol son la representación de la evasión éticamente castigada. Pero hay otras adicciones modernas, como las ludopatías, que no por legales son menos perniciosas. Todas, al fin, son formas personales de entender una felicidad diferente, al margen de consideraciones morales.

El doctor R. Savitt, psicoanalista, en su trabajo Estudios Psicoanalíticos sobre las Adicciones señala: "... que la adicción tiene especial interés, porque la necesidad de reducir las percepciones de la realidad, abolir el sentido del tiempo y de retirarse del contacto humano, sugieren la existencia de un período temprano donde las relaciones aparecieron sólo en términos de gratificación".

Esta descripción clara para la conducta adictiva no sólo sería aplicable al adicto. Muchas personas en nuestras sociedades altamente competitivas recurren a sustancias "para estar bien", "para dormir bien", "para pensar adecuadamente", en fin para "poder vivir".

Por su parte, el psiquiatra estadounidense Thomas Szasz considera un grave error conceptualizar algunas drogas como sustancias enemigas a las que combatir, en lugar de aceptarlas como provechosas o dañinas, dependiendo del modo en que se usen.

Entonces el problema de las adicciones no serían las drogas en sí, sino los dramas personales que encubren.

Colaboración A. Aguilera