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879 • DELICIOSO DESPOTISMO 1

 

Jueves, 29 de julio de 2004

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  El dominio que Estados Unidos ejerce sobre el mundo no se funda exclusivamente en su incomparable poderío militar y económico, sino también en su capacidad de persuasión. Mediante la incorporación al imaginario colectivo de sus modelos culturales, la única superpotencia se instala imperceptiblemente en los cerebros igualando deseos y valores. Los colonizados y sus opresores saben que la relación de dominación no está fundada solamente en la supremacía de la fuerza. Pasado el tiempo de la conquista, llega la hora del control de los espíritus. El dominio es más completo en la medida en que el dominado es inconsciente de serlo. Razón por la cual, a largo plazo, para todo imperio que quiera perdurar, el gran desafío consiste en domesticar las almas.

Antaño genocida (contra los indios), esclavista (contra los negros), expansionista (contra los mejicanos) y colonialista (contra los portorriqueños), Estados Unidos de América, sin duda cansado de su excesiva brutalidad, se propone en lo sucesivo instalarse pacíficamente dentro de las cabezas de todos los no-estadounidenses, y seducir sus corazones.

Tradicionalmente, y por curioso que parezca, es en Europa occidental donde este proyecto imperial se topa con menos resistencia. En primer lugar, por razones políticas: EE. UU. nació de la primera revolución democrática, la de 1776, que antecedió en trece años a la Revolución Francesa. Y también por razones históricas: ningún Estado de Europa, con excepción de Inglaterra en el siglo XVIII y de España a fines del siglo XIX, tuvo a EE. UU. de enemigo. Por el contrario, esta nación, país de la libertad, recibió a millones de refugiados y de exilados europeos; y en tiempos de las dos guerras mundiales (1914-1918; 1939-1945), se comportó como amigo del Viejo Continente, con su decisiva intervención en favor de las libertades, contra las potencias militaristas o fascistas. En 1989-1991, Estados Unidos ganó la guerra fría por knock-out frente a la Unión Soviética, lo que llevó a la caída del muro de Berlín y, mal que bien, a la democratización de los regímenes de Europa Central y Oriental.

En el plano geopolítico, Estados Unidos está ubicado en una posición de hegemonía que ningún otro país conoció nunca. Militarmente, su fuerza es aplastante. No sólo es la primera potencia nuclear y espacial, sino además marítima. Es el único en poseer una flota de guerra en cada uno de los océanos y de los principales mares del planeta. Y dispone de bases militares, de abastecimiento y de escuchas en todos los continentes.

El Pentágono gasta, a título de investigación militar, aproximadamente 31 mil millones de dólares. Tiene, en materia de armamento, varias generaciones de ventaja. Sus fuerzas armadas (1,4 millones de soldados) pueden identificarlo todo, seguirlo todo y escucharlo todo, en cualquier ámbito, en el aire, en tierra o debajo del agua. Pueden verlo casi todo sin ser vistas, y destruir un blanco con extrema precisión, tanto de día como de noche, sin verse ellas mismas amenazadas.

Washington dispone además de una impresionante gama de agencias de informaciones: Central Intelligence Agency (CIA), National Security Agency (NSA), National Reconaissance Office (NRO), Defense Intelligence Agency (DIA) que emplean a más de 200.000 personas y cuyo presupuesto supera los 23 mil millones de dólares. Sus espías están activos en todos lados, todo el tiempo. Tanto entre los amigos como entre los enemigos. Roban secretos diplomáticos, militares, industriales, tecnológicos o científicos.

En el área de las relaciones exteriores, la "hiperpotencia" estadounidense dirige la política internacional y vigila las crisis en todos los continentes. Porque tiene intereses en todas partes y es la única que actúa sobre el conjunto del tablero planetario: del Cercano Oriente a Kosovo, de Timor a Taiwán, de Pakistán al Cáucaso, del Congo a Angola, de Cuba a Colombia. El peso de Washington es asimismo decisivo en el seno de las instancias multilaterales cuyas opciones determinan la marcha del mundo: Organización de las Naciones Unidas (ONU), G7 (Grupo de los 7 países más industrializados), Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio (OMC), Organización de Cooperación y de Desarrollo Económico (OCDE), Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), etc.

Pero dado que la preponderancia de un imperio, en el contexto contemporáneo, ya no se mide exclusivamente por las ventajas militares y diplomáticas, Estados Unidos también se ha asegurado el predominio científico. Como una bomba aspirante, absorbe cada año a decenas de miles de cerebros que acuden a sus universidades, sus laboratorios o sus empresas desde todos los puntos del mundo. Esto le permitió alzarse, en estos últimos diez años, con 19 premios Nobel de física (sobre 26), 17 de medicina (sobre 24) y 13 de química (sobre 22).

IGNACIO RAMONET
Director de Le Monde Diplomatique, Francia