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Jueves, 15 de julio de 2004 |
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Repetimos la pregunta: ¿qué hizo que Neruda escribiera esto, que escribiera así?
Una vieja astucia quiere explicar las conductas humanas -y no sólo del
hombre tomado aisladamente sino hasta de los grupos humanos, las clases o
los pueblos- por motivos estrictamente psicológicos. Es claro que la
psicología puede responder muchas preguntas. Pero es más claro que sólo una
miseria de elementos sociológicos reduce las explicaciones de las conductas
humanas a 'motivos del alma', a 'impulsos reprimidos', a 'complejos' de la A
a la Z, o a 'secretas pulsiones'. Esta trampa metodológica no es nueva, ni
siquiera es original. Dejo a los sindicatos Es cierto que no bastan la rectitud moral y las mejores intenciones para hacer de una obra mediocre una alta cumbre artística. Pero no es menos cierto que este pueblo nuestro posee, junto a la rectitud moral y las mejores intenciones, el talento y la gracia, la inteligencia y el gesto, para alcanzar las más altas cimas del arte y la cultura. Véase, si no, la poesía literaria y musical de Violeta Parra, en opinión autorizada quizás la más alta expresión de nuestra música -culta o inculta, artística o aficionada; sabida o intuitiva. Cuando los mejores creadores no han venido del pueblo, lo han buscado, lo han encontrado y, al asumir sus esperanzas y darles expresión en sus obras, se han elevado por encima de la condición vil del poetillo de salón o el retratista de las boletas de compra de los hambrientos de los prestigios del plástico.
¿Acaso no estaría hoy cantando Pablo Neruda como lo hizo toda su vida, pero
con mayor energía en esta hora mediocre, chata y mercantilizada: '¿Qué haré
sin conducir sobre mis hombros/ una parte de la esperanza?' | |
FERNANDO QUILODRÁN (Chile) |