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856 • EL ENAMORADO Y LA MUERTE

 

Lunes, 28 de junio de 2004

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Un sueño soñaba anoche,
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora muy blanca
muy mas que la nieve fría

- ¿Por dónde has entrado, amor?
¿Como has entrado, mi vida?
las puertas están cerradas
ventanas y celosías.

- No soy el amor, amante
soy la Muerte, Dios me envía.

- Ay, Muerte tan rigurosa,
¡déjame vivir un día!

- Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.


Muy de prisa se calzaba.
más de prisa se vestía:
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.

- ¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!

- ¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
mi padre no fue al palacio.
mí madre no está dormida.

- Si no me abres esta noche
ya no me abrirás, querida:
la Muerte me anda buscando,
junto a ti, vida sería.

- Vete bajo mi ventana
donde labraba y cosía.
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare
mis trenzas añadiría.


La fina seda se rompe,
la Muerte que allí venía:

- Vamos, el enamorado
que la hora ya es cumplida.

ANÓNIMO