|
En
España
pasé 20 años. Cuando volví de visita, un par de años antes de quedarme en
Argentina, apenas podía ver si iba o venía. Los amigos me empujaron a
aclararlo:
- Oye tío, es que ya te quedas aquí, ¿no?
- No, en unas semanas me vuelvo a la Argentina...
- Pero si tú eres más de aquí que de ningún lado... ¡Quédate! Y dime ¿que
hallas allí, cuál es la diferencia?Yo no quería que ninguna diferencia cuestionara mis títulos de propietario
de las dos orillas, así que busqué inventar algo costumbrista, pero nada
espinoso.
- Mira, en realidad es lo mismo, hay bares y chiringuitos, hay que laburar,
todo es parecido... Por ejemplo, vas al kiosco a comprar el periódico y
hasta puedes cogerlo tú mismo y dejar el dinero como aquí... Eso sí:
tienes que fijarte en la fecha...
- ¡Hombre! ¿Y eso?
- ... porque pueden encajarte el del día anterior.
Les pareció muy gracioso y pude ahorrar más explicaciones.
De vuelta en Villa La Angostura, un día me sucedió. Había comprado el
diario de ritual pero me aburría leyendo. Otra vez periodismo nublado me
dije, a veces los diarios parece que solo repiten. Miré la fecha: era el
de ayer.
Cuando al día siguiente volví al kiosco, cazé el diario y le dije al dueño:
- Hoy no lo pago, ayer me diste uno viejo... no sé porqué ponés en la
primera pila los diarios viejos...
- Mirá, aunque no creas, hay gente que no alcanza a llevarlo y quiere leer
el diario viejo. Cuando me dí cuenta que habías agarrado uno de esos salí
a buscarte para cambiártelo, pero ya te habías ido.
- Mejor cambiálos de sitio. Bueno, estamos a mano, ¿no? éste no te lo
pago.
- Un momentito. Tomá. Aquí tenés el diario que pagaste y que querías
llevarte - y sacando de la pila de primera fila me daba el de ayer
- el de
hoy me lo tenés que pagar.
Para huir de Kafka cambié el ritual: ya no voy más a ese kiosco, ahora
leo los diarios en el café. Ni pienso inventar más cuentos para contestar
a ninguno que me pregunte en qué se diferencia España de
Argentina. |