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710 • LO PEOR DEL CASO

   

Jueves, 8 de enero de 2004

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  En el libro Mundos en colisión, publicado en 1950, el siquiatra Imrnanuel Velikovsky, afirma que han habido grandes colisiones planetarias en el espacio entre Saturno y Venus. Según este autor, un objeto de masa planetaria, al que él llama cometa, se habría formado de alguna manera en el sistema de Júpiter, y hace unos 3.500 años se precipitó hacia el sistema solar interior y tuvo repetidos encuentros con la Tierra y Marte, consecuencias accidentales de los cuales fueron la división del Mar Rojo que permitió a Moisés y a los israelitas escapar del Faraón, y el cese de la rotación de la Tierra por orden de Josué. También produjo, según Velikovsky, vulcanismos y diluvios importantes.

Tengo entendido que el primer intento por explicar de un modo esencialmente no místico un acontecimiento histórico por la intervención cometaria fue el del astrónomo Edmund Halley, quien propuso que el diluvio de Noé fue “el fortuito choque de un cometa".

Velikovsky imagina que el cometa, después de un complicado juego de billar interplanetario, quedó instalado en una órbita estable, casi circular, convirtiéndose en el planeta Venus, planeta que, según él, no había existido antes. Estas ideas son muy probablemente equivocadas.

Los astrónomos no se oponen a la idea de grandes colisiones, sino a la de grandes colisiones recientes. En cualquier modelo del sistema solar es imposible mostrar el tamaño de los planetas a la misma escala que sus órbitas, porque los planetas serían entonces tan pequeños que apenas se verían. Si los planetas aparecieran realmente a escala, serían como granos de polvo, y comprenderíamos fácilmente que la posibilidad de colisión de un determinado cometa con la Tierra en unos pocos miles de años es extraordinariamente baja. Además:

  • Venus es un planeta rocoso, metálico, pobre en hidrógeno y Júpiter no dispone de fuentes de energía para poder expulsar cometas o planetas. Si uno de ellos pasara por la Tierra no podría “detener” la rotación de la Tierra, y mucho menos ponerla de nuevo en marcha al cabo de veinticuatro horas.
  • Ninguna prueba geológica apoya la idea de una frecuencia inusual de vulcanismo o de diluvios hace 3500 años.
  • En Mesopotamia hay inscripciones referidas a Venus de fecha anterior a la época en que Velikovsky dice que Venus pasó de cometa a planeta. Así, en el sello cilíndrico de Adda, que data de la mitad del tercer milenio a. de C., aparece visiblemente Inanna, la diosa de Venus, la estrella de la mañana y precursora de la Ishtar babilónica.
  • Es muy improbable que un objeto con una órbita tan elíptica pudiera pasar con rapidez a la órbita actual de Venus, que es un círculo casi perfecto... etcétera.

Muchas hipótesis propuestas tanto por científicos como por no científicos resultan al final erróneas. Para ser aceptadas, todas las ideas nuevas deben superar normas rigurosas de evidencia. Pero lo peor del caso Velikovsky no es que su hipótesis fuera errónea, o estuviese en contradicción con los hechos firmemente establecidos, sino que ciertas personas que se llamaban a sí mismas científicos intentaron suprimir el trabajo de Velikovsky. La ciencia es una creación del libre examen, y a él está consagrada: toda hipótesis, por extraña que sea, merece ser considerada en lo que tiene de meritorio.

La eliminación de ideas incómodas puede ser normal en religión y en política, pero no es el camino hacia el conocimiento; no tiene cabida en la empresa científica. No sabemos por adelantado quién dará con nuevos conceptos fundamentales.

CARL SAGAN