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609 • UN 11 DE SETIEMBRE

 

Jueves, 11 de setiembre de 2003

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Bombardeo al Palacio de la Moneda

Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos, faltando a su palabra... roto la doctrina de las Fuerzas Armadas... el pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni debe dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor.

Estas palabras fueron las que pronunció Salvador Allende hace 30 años, en los tres mensajes que se escucharon por radio entre las 7.55 y las 9.03 horas del 11 de septiembre de 1973. Las emisiones fueron transmitidas desde el Palacio presidencial de la Moneda, en Santiago de Chile, que estaba rodeado por militares golpistas pertenecientes al Regimiento Blindado Nro. 2, la Escuela de Infantería y la Escuela de Suboficiales. En las alocuciones, el Presidente manifestaba su firme decisión de resistir hasta el final. De alguna manera, aquella mañana Allende estaba repitiendo lo que ya había dicho días antes: que sólo muerto lo podrían sacar de la Moneda.

El golpe de Estado, que se había iniciado a primeras horas del día en la ciudad de Valparaíso, no había sido ninguna sorpresa. Desde hacía prácticamente un mes, el país se encontraba en un permanente estado de alerta debido al ruido de sables. Meses antes, el 29 de junio se había producido un levantamiento militar, que finalmente resultó frustrado. En aquella ocasión, por cierto, se había visto a Salvador Allende afrontar el problema armado con un fusil Kalashnikov. Era la expresión de hasta dónde llegaba su firmeza en la defensa del régimen constitucional.

El 11 de septiembre, hacia las 6:20 horas, mediante una llamada telefónica que recibió en su residencia de Tomás Moro, el Presidente tuvo conocimiento de los acontecimientos. Nada más saberlo, se trasladó al Palacio de la Moneda para defender la legalidad vigente.

Hacia las 8:15, los amotinados que ya rodeaban el Palacio, exigieron a Allende la rendición y la renuncia a su cargo ofreciéndole la posibilidad de tomar un avión para abandonar el país en compañía de sus familiares y colaboradores. Pero el Presidente rechazó la propuesta.

Eran las 9:15 cuando los insurrectos realizaron los primeros disparos contra el palacio, que estaba defendido por unos 40 hombres, ya que los miembros del Cuerpo de Carabineros que se encontraban en él para defenderlo, desertaron. El Presidente ordenó repeler el ataque y él mismo disparó contra los golpistas.

A las 11:45, Allende pidió una tregua para que las mujeres que estaban en el interior, entre ellas sus hijas, abandonaran el Palacio de la Moneda. Quince minutos más tarde, se produjo el primer ataque de la aviación, y las bombas destruyeron techos y algunas salas interiores. El ataque había sido ordenado por el general Pinochet quién un mes antes había dicho:
- Sepa señor Presidente, que estoy dispuesto a dar mi vida en defensa del Gobierno constitucional que usted encarna.

Después de ese ataque y en medio de una fuerte humareda, los amotinados aumentaron su ofensiva combinando bombardeos aéreos con disparos de tanques y de soldados.

Hacia las 13:30, los militares ocuparon la planta baja del palacio y, media hora después, llegaron a la alta. Fue entonces cuando Allende, que siguió disparando contra los golpistas, recibió los balazos que terminaron con su vida.

Hacia las 18:30, el cuerpo de Allende salía del Palacio de la Moneda en una camilla transportada por bomberos y soldados, Era la representación del fin de la via chilena al socialismo, como el propio Allende había llamado a su reto de conducir a Chile hacia una sociedad más justa e igualitaria, siguiendo un camino democrático, a través de las urnas.

El proyecto avanzaba poco a poco, porque, después de su primera victoria en las elecciones con el 36 por ciento de los votos, en tres años de gobierno el apoyo había llegado al 50 por ciento. Sin embargo habían sido más fuertes las presiones internas ejercidas sobre una clase media asustada que en gran parte respaldó la conspiración militar y las injerencias de los Estados Unidos que a través de la CIA desestabilizó económica y políticamente al gobierno de Allende, creando las condiciones favorables para la insurrección.

La Junta Militar que dijo llegar para reencauzar al país por la senda de la ley, persiguió duramente a sus adversarios, muchos de los cuales fueron dados por desaparecidos. Con esa dictadura Chile se convirtió en un estado policial y represivo. Henry Kissinger, secretario de Estado estadounidense en el gobierno de Nixon, dió su apoyo a los golpistas. En 1977 el gobierno de Pinochet y sus abusos fueron condenados por la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

OLMO DEL RÍO