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273 • LO QUE VA, REGRESA

 

Jueves, 1 de agosto de 2002

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Alexander Fleming (1881-1955) Un día, mientras un pobre granjero escocés llamado Fleming intentaba ganarse la vida para su familia, oyó un lamento pidiendo ayuda que provenía de un pantano cercano. Dejó caer sus herramientas y corrió guiado por los gritos. Encontró hundido hasta la cintura en el estiércol húmedo y negro del pantano a un muchacho aterrado, que se esforzaba por liberarse. El granjero Fleming salvó al muchacho de lo que podría ser una lenta y espantosa muerte. Al día siguiente, llegó un carruaje elegante a la granja. Un noble, elegantemente vestido, salió y se presentó como el padre del muchacho al que el granjero Fleming había ayudado.
- Yo quiero recompensarlo -dijo el noble- Usted salvó la vida de mi hijo.
- No, yo no puedo aceptar un pago por lo que hice -contestó el granjero escocés

En ese momento, el hijo del granjero se asomó a la puerta de la cabaña.
- ¿Es su hijo? - preguntó el noble.
- Sí -contestó orgulloso el granjero .
- Le propongo hacer un trato. Permítame proporcionarle a su hijo el mismo nivel de educación que mi hijo disfrutará. Si el muchacho se parece a su padre, no dudo que crecerá hasta convertirse en el hombre del que nosotros dos estaremos orgullosos.

El granjero aceptó la propuesta y su hijo asistió entonces a las mejores escuelas y, al tiempo, se graduó en la Escuela del St. Mary's Hospital en Londres, y siguió hasta darse a conocer en el mundo como el renombrado Dr. Alexander Fleming, descubridor de la Penicilina. Años después, el hijo del mismo noble que fue salvado del pantano, estaba enfermo de pulmonía y...
¿Qué salvó su vida esta vez? ... La penicilina.
¿El nombre del noble? Sir Randolph Churchill.

¿El nombre de su hijo? Winston Churchill.


Colaboración Daniel Suárez