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Si
es cierto que 2005 fue generoso en hallazgos científicos notables y
proezas tecnológicas que desafían la imaginación: por primera vez, una
nave humana perforó un cometa, se trazó el mapa genético del chimpancé y
del mejor amigo del hombre, se hizo un trasplante de cara y, en el plano
local, se implantaron arterias creadas a partir de células del propio
paciente y se probó exitosamente una vacuna contra el melanoma, entre
otros.
También lo es que el año termina con una
novela grotesca que opaca esos y otros logros rutilantes: la del
fabuloso fraude perpetrado por el veterinario coreano
Woo-Suk Hwang, que falseó pruebas de que
había logrado producir once líneas de células madre a medida de los
pacientes.
El doctor Hwang, quien desde su laboratorio
en la Universidad de Seúl atendió
personalmente el teléfono aunque eran algo más de las seis de la mañana,
sonaba muy convincente y disfrutaba del contacto con la prensa. En aquella
oportunidad se ufanó de trabajar dieciocho horas diarias.
- Soy un workaholic - dijo y comentó algo bastante sorprendente,
que siempre había un miembro de su equipo junto a
las incubadoras.
- ...tenemos que dedicarnos a nuestras
células para desarrollar nuestra tecnología para el paciente -
aseguró.
Después de publicar trabajos en las dos revistas científicas más
renombradas del planeta Science y Nature, y
de estar a punto de presidir un centro internacional de células madre,
Hwang había adquirido una notoriedad y una
visibilidad poco frecuentes para un investigador. Ahora, como escribió
Lawrence Altman en The
New York Times, uno se pregunta cómo llegó tan lejos, engañó a
tantos y se despeñó tan violentamente.
El affaire, que mereció un descargo del editor en jefe de
Science y una declaración de
Nature de que revisará su sistema de
evaluación de trabajos, cobra un dramatismo especial porque burló los
filtros de un sistema que se precia de controlar rigurosamente la
veracidad de sus publicaciones con una triple red de seguridad: la
revisión por pares, los
referis que evalúan si un trabajo es
digno o no de publicarse y la replicación
de los descubrimientos por otros equipos de investigación.
Con más de 54.000 publicaciones científicas en todo el planeta y millones
de artículos publicados, muchos de ellos reproducidos y comentados por los
medios de comunicación masiva, todo indica que ni el mejor de los sistemas
puede evitar la deshonestidad, la codicia y la ambición. Al parecer, la
ciencia no es capaz de erradicar la duda... |