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El espectáculo que nos está
mostrando estos días el Imperio no es, que se diga, muy edificante.
Estábamos acostumbrados, sobre todo últimamente, a oír, más que ver, cosas
espeluznantes en torno a la guerra en Irak y
Afganistán. Recordábamos la aventura bélica en
Vietnam, con aquellas horribles escenas de
niños abrasados por gases químicos y los verdes campos de la campiña
vietnamita "fumigados" con venenos de todo
tipo y marca.
Todo eso se nos quedó grabado en la retina, como una foto fija, impregnada
de dolor y rabia, en la que no estaba ausente la huida vergonzosa de
Saigón, cuando las tropas nor-vietnamitas
tomaron la capital, sin excluir el acto simbólico de hacer otro tanto con
la embajada norteamericana. Era un 27 de abril de 1975.
Los estrategas del Pentágono y los ejecutivos
de las multinacionales aprendieron mucho de todo aquello. Imagen y sonido
juntos son muy peligrosos. El pueblo no debe ver y oír ciertas cosas. No
está preparado para ello. Hay que evitarle ese sufrimiento.
La operación se completa, mejor dicho, va pareja, con un proceso de
des-educación, donde se trata, y se suele conseguir, la desaparición de
todo tipo de ideales. Lograr la uniformidad es la meta. Que todos vistan,
consuman y se comuniquen a través de una misma lengua.
A continuación viene la invasión (no siempre es física) con el
estilo de vida americano, eslogan con el que
Superman revoloteaba por el espacio
mostrándonos su poderosa fuerza. Las hamburguesas, coca-colas y revolver
al cinto, se van imponiendo después, poco a poco.
Pero la cruda realidad no se puede ocultar. Los ciudadanos se van dando
cuenta de lo que verdaderamente son y del rol que ocupan en esta sociedad.
El Katrina, igual que lo fue
Chernobyl y el Muro de
Berlín, en su momento, ha venido a mostrarnos la fragilidad del
Sistema.
El Katrina ha desnudado
al sistema; y nos lo está mostrando en toda la debilidad de su andamiaje.
La Gran América ha pedido ayuda a la
Vieja Europa, como el multimillonario acude
con desasosiego al diván del psiquiatra... Creen que lo tienen todo, pero carecen de lo más importante. |