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1093 • SLOW FOOD |
Martes, 24 de mayo de 2005 |
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Hay un gran movimiento en Europa, llamado
Slow Food, tiene su base en
Italia (para ver el sitio click aquí). Lo que el
movimiento Slow Food pregona es que las personas
deben comer y beber lentamente, saboreando los alimentos,
compartiendo su preparación,
conviviendo con la familia, con amigos, sin prisa y con calidad. La idea es la
de contraponerse al espíritu del Fast Food y a lo que el representa como
estilo de vida. La sorpresa, entonces, es que ese movimiento de
Slow Food está
sirviendo de base para un movimiento mas amplio llamado Slow Europe como
publicó la revista Business Week en su última edición europea. La base de todo está en el cuestionamiento de la prisa y de la locura generada por la globalización, por el anhelo de la cantidad a tener en contraposición a calidad de vida o la calidad de ser. Según la Business Week, los trabajadores franceses, aunque trabajan menos horas, (35 horas/semana) son mas productivos que sus colegas americanos o ingleses. Y los alemanes, que en muchas empresas instituyeron una semana de 28,8 horas de trabajo, vieron su productividad crecer nada menos que un 20%. Esa llamada slow attitude está generando la atención hasta de los americanos, apologistas del Fast (rápido) y del Do it Now (haga ya). Por lo tanto, esa actitud sin prisa no significa hacer menos, ni menor productividad:
¿Será que los viejos dictados Despacio se va mas lejos o La prisa es enemiga de la perfección merecen nuevamente nuestra atención en estos tiempos de desenfrenada locura? ¿Será que nuestras empresas deberían también pensar en programas serios de calidad sin prisa hasta para aumentar la productividad y calidad de los productos y servicios sin la necesaria perdida de la calidad de ser?. Nadie tiene mas o menos que
24 horas por día. La diferencia es que y como hace cada uno con su tiempo.
Precisamos saber aprovechar cada momento, porque, como dijo
John Lennon: Felicitaciones por haber leído esta nota hasta el final. Muchos no llegaran a leer hasta aquí, porque no pueden perder su tiempo en este mundo globalizado. Piense y reflexione: ¿Hasta que punto vale la pena dejar de compartir con su familia, de estar con la persona amada, de practicar su credo, o ir a pescar el fin de semana?... Podría ser demasiado tarde. | |
Colaboración C. Becka |