Click para ir al número anterior

ANTERIOR

EL CUENTOMETRO DE MORT CINDER

SIGUIENTE

Click para ir al número siguiente

1064 • VIENTOS DE LA PAZ

 

Miércoles, 13 de abril de 2005

Al índice

Click para ir al índice

  Condenó la guerra. Pero tampoco se olvidó de condenar el terrorismo en todo el mundo, y de manera especial los ataques del 11 de setiembre de 2001. El pontífice manifestó en ese momento el "profundo dolor por los ataques terroristas que ensangrentaron a Estados Unidos, causando miles de víctimas y numerosísimos heridos. Al presidente de Estados Unidos y a todos los ciudadanos americanos les manifiesto mi más sentido pésame. Ante acontecimientos de un horror tan incalificable no podemos menos de quedar
profundamente turbados. Me uno a cuantos en estas horas han expresado su indignada condena, reafirmando con vigor que los caminos de la violencia nunca llevan a verdaderas soluciones de los problemas de la humanidad. Fue un día tenebroso en la historia de la humanidad, una terrible afrenta contra la dignidad del hombre
".

Sin embargo, por defender la paz y las vías de diálogo para resolver los conflictos, Juan Pablo II no dudó en enfrentarse a presidentes y jefes de Estado en todo el mundo. Durante la primera Guerra del Golfo frente al entonces presidente de Estados Unidos, George Bush. Después ante el presidente George W. Bush en la Guerra de Irak.

"La guerra es el peor de todos los males"; "los artífices de la guerra tendrán que dar cuentas ante Dios y ante la Historia"; "la guerra es Satanás"; "la guerra nunca más", son algunas de sus frases que ya quedaron en la historia. Juan Pablo II declaró antes de la invasión de 2003 que esta guerra sería una derrota para la humanidad que no podría ser legalmente o moralmente justificada. En las semanas y meses antes de que los Estados Unidos atacara a Irak, no sólo el Pontífice, sino uno tras otro de los cardenales y arzobispos en el Vaticano hablaron en contra de una guerra o ataque preventivo. Ellos declararon que la teoría de la guerra justa no podría justificar esa nueva guerra.

El Papa habló casi a diario contra la guerra y en soporte de los esfuerzos diplomáticos por la paz. Juan Pablo II envío a su representante personal, el Cardenal Pio Laghi, amigo de la familia Bush, para manifestar su opinión ante el presidente de los Estados Unidos antes de que la guerra empezara. El mensaje fue claro: "Dios no está a tu lado si invades Irak".

Después que los Estados Unidos iniciaron su ataque contra Irak, los comentarios inmediatos del Santo Padre no se hicieron esperar. En un discurso en el Vaticano dijo: "Cuando la guerra, como en estos días en Irak, amenaza el destino de la humanidad, es lo más urgente proclamar, con una voz fuerte y decisiva, que solamente la paz es el camino para construir una sociedad más unida y justa". "La violencia y las armas nunca podrán resolver los problemas del hombre", afirmó a la prensa el pontífice. El Papa había hablado 56 veces contra la guerra años antes. El 'no a la guerra' papal ha ido indisolublemente unido al ecumenismo. El Papa de la paz fue también el Papa de Asís, donde se reunió con los líderes de todas las confesiones religiosas. Convencido de que, en contra de lo que dice la historia y sostienen muchos pensadores, las religiones son "fuentes de paz, concordia y libertad", el Papa Wojtyla siempre apostó por el diálogo entre todas las confesiones religiosas de la Tierra. Primero, en el seno del cristianismo. Fueron evidentes sus acercamientos a protestantes y ortodoxos, aunque no fue capaz de llegar a Moscú, uno de los sueños que no pudo cumplir.

Su afán ecuménico se centró especialmente en las otras dos religiones, el judaísmo e islamismo. Todavía se recuerda en Jerusalén su oración ante el Muro de las Lamentaciones y el papelito que depositó en una de las ranuras de las piedras del mismo pidiendo perdón al pueblo judío. Pero quizás, con la religión con la que extremó los detalles y vínculos fue con el islam. Karol Wojtyla fue el primer Papa de la historia en entrar en una mezquita, la de Damasco, en recibir a ayatolás e imames en el Vaticano y en utilizar cualquier foro para oponerse con todas sus fuerzas al choque de civilizaciones y a la confrontación entre el cristianismo y el islamismo.

Su infatigable defensa de la paz reforzó su autoridad moral, ante gran parte de la opinión pública católica y no católica, convirtiéndose en el indiscutible líder espiritual del mundo. Y es que el Papa Wojtyla vivió en su propia carne los horrores de la guerra. "Yo sobreviví a la Segunda Guerra Mundial y por ello debo decir nunca más a la guerra", proclamaba justo antes de iniciarse la guerra de Irak. Por convencimiento y por experiencia, Juan Pablo fue el Papa de la paz . "La tarea del nuevo Papa (le había dicho el cardenal primado de Polonia, Stefan Wyszyski, tras ser ungido como Juan Pablo II) será introducir a la Iglesia en el Tercer Milenio". Y así lo hizo, atravesado toda una época de cambios excepcionales, no como espectador, sino como protagonista.

JOSÉ LUIS MARTÍNEZ
Colaboración Grano de Arena