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Jueves, 27 de enero de 2005 |
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Aunque no fue siempre así (en el mundo medieval se admiraba la vejez y se retrataba a los mancebos que lo gobernaban con largas barbas y cabellos blancos) es innegable que hoy día los jóvenes concentran todo tipo de imágenes vigorosas y encarnan el deseado simbolismo de la potencia física, creativa e intelectual. Todo (desde los biólogos, que aseguran que la declinación comienza a los 25) nos convence de que la juventud es ni más ni menos que la culminación de nuestros valores corporales y mentales. Es más, una creencia muy difundida entre los científicos (y particularmente entre los matemáticos) asegura que no se pueden desperdiciar esos años productivos porque constituyen el instante dorado (y fugaz) en el que se logran los resultados más trascendentes y revolucionarios. Einstein tenía 26 años cuando formuló la teoría de la relatividad especial, Bohr revolucionó la física subatómica a los 28, Kelvin publicó su primer trabajo a los 16 y a los 22 se convertía en el titular de la cátedra de Física de la Universidad de Glasgow... sin embargo, según planteó recientemente K. Brad Wray en la revista The Scientist, la idea de que los jóvenes son más productivos e innovadores es un mito que surge de intuiciones erróneas. Wray afirma que si se considera "jóvenes" a los menores de 35 y "maduros" a los que tienen entre 36 y 46, los datos estadísticos revelan una imagen muy diferente: los más fecundos son estos últimos. "A pesar de que varía mucho la producción de cada investigador a lo largo de su carrera, típicamente ésta asciende desde el principio, alcanza un pico en el medio y luego comienza a declinar", escribe el especialista de la Universidad Estatal de Nueva York. Y más adelante agrega: "A pesar de que uno puede recordar fácilmente nombres de varios científicos que hicieron grandes aportes en la juventud, hubo muchos otros que lograron sus más importantes contribuciones más tarde en la vida. Por ejemplo, Galileo tenía 52 cuando descubrió que el peso y la velocidad de caída son independientes. Roentgen descubrió los rayos X a los 50. Pasteur hizo trabajos significativos en bacteriología entre los 55 y 58". Una de las razones por las que prevalece la idea de la mayor creatividad juvenil, según el científico, es que entre 1700 y 1960 la mayoría de los científicos en actividad se encontraban precisamente dentro de esos límites de edad. Según su estimación, los menores de 36 constituían aproximadamente el 45% de los investigadores activos, y el número de científicos se duplicaba cada 15 años. De todas maneras, los más jóvenes siempre serán imprescindibles. Como afirma Wray, ellos tienen un papel importantísimo en la ciencia: a menos que tengamos un número suficiente de investigadores jóvenes ahora, nos faltarán científicos de mediana edad mañana ... | |
NORA BÄR |