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1008 • DESEOS

 

Martes, 25 de enero de 2005

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  Un emperador estaba saliendo de su palacio para dar un paseo matutino cuando se encontró con un mendigo.
- ¿Qué quieres? - le preguntó.
- ¿Me preguntas como si pudieras satisfacer mi deseo?
- respondió el mendigo sonriendo.
- Por supuesto que puedo satisfacer tu deseo. ¿Qué es? Simplemente dímelo - dijo el rey riendo.
- Piénsalo dos veces antes de prometer - dijo el mendigo.

El mendigo no era un mendigo cualquiera. Había sido maestro del emperador en una vida pasada. Y en esa vida le había prometido: "Vendré y trataré de despertarte en tu próxima vida. En esta vida no lo has logrado, pero volveré..."

- Te daré cualquier cosa que pidas. Soy un emperador muy poderoso. ¿Qué puedes desear que yo no pueda darte? - insistió el rey
- Es un deseo muy simple. ¿Ves aquella vasija? ¿Puedes llenarla con algo?
- Por supuesto - dijo el emperador y llamó a uno de sus servidores para ordenarle - llena con dinero la vasija de este hombre.

El servidor lo hizo... y el dinero desapareció. Echó más y más y apenas lo echaba desaparecía. La vasija del mendigo siempre estaba vacía. Todo el palacio se reunió. El rumor se corrió por toda la ciudad y una gran multitud se reunió allí. El prestigio del emperador estaba en juego. Les dijo a sus servidores:
- Estoy dispuesto a perder mi reino entero, pero este mendigo no debe derrotarme.

Diamantes, perlas, esmeraldas... los tesoros iban vaciando. La vasija parecía no tener fondo. Todo lo que se colocaba en ella desaparecía inmediatamente. Era el atardecer y la gente estaba reunida en silencio. El rey se tiró a los pies del mendigo y admitió su derrota.

-Has ganado - le dijo - pero antes de que te vayas, satisface mi curiosidad. ¿De qué está hecha tu vasija?

El mendigo rió y le respondió:
- Está hecha del mismo material que la mente humana. No hay ningún secreto... simplemente está hecha de deseos humanos.

ANÓNIMO SUFÍ
Colaboración Ciudad Seva