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EL CUENTOMETRO DE MORT CINDER

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1000 • EL PASADO RESPIRA

 

Jueves, 13 de enero de 2005

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Difusamente, desde el anaquel de roble, los objetos miran destemplados con una única mirada, un destello del pasado. Las tiendas de antigüedades no tienen polvo ni reliquias, sagradas o paganas, durmiendo en la trastienda. No, las tiendas de antigüedades se han inundado de luz y les han castrado la pátina del tiempo. Aun así la sensación persiste. El pasado respira.

Intentaré explicarme. No sé si les ha ocurrido, o quizás se confunda con el síndrome de Stendhal. Cuando entramos en una habitación de una edificación antigua cuyos objetos y muebles permanecen anclados en el tiempo, el aire se vuelve más denso, nos embarga, quizás veamos algún objeto concreto y nos produzca desazón o una mala impresión. Ahí está. Ahí la tenemos. Aun cuando el aire de la calle nos despeje, esa sensación nos acompañará un tiempo. Aun así la sensación persiste. El pasado respira.

Las cosas viejas parecen respirar, y su respiración quizás sea una forma de comunicación. Un lenguaje que desconocemos, que aún no hemos desentrañado. Los objetos del pasado ejercen sobre nosotros esa fascinación; cuántas veces la contemplación de una vasija cuarteada o de un hueso tallado, humano o animal, nos ha sobrecogido y nos ha producido a la vez repulsa y atracción. Hasta ahora estudiamos los objetos desde un punto de vista físico, los describimos, los catalogamos. Es curioso, sin embargo, que los objetos nos transmitan sensaciones y no las estudiemos; o quizás no lo hagan, o quizás sean unas sensaciones tan subjetivas que no deban ser tenidas en cuenta.

Una tienda de antigüedades; un anticuario: Ezra Winston; una premonición: Mort Cinder. Objetos antiguos, intenciones olvidadas, recuerdos amargos, memoria viva, golpes de efecto, terror, ciencia ficción, realismo fantástico, la aventura en estado puro...

Ezra Winston es un anticuario de los de antes, de los de trastienda de reliquias: algunos de los objetos que adquiere resultan ser más de lo que aparentan. Es la voz de la historia; es quien nos cuenta las historias que ha escuchado de Mort Cinder; es el compañero humano que encuentra al héroe, y sin comerlo ni beberlo, se ve involucrado en una peripecia vital ajena, en una situación contraria a sus costumbres y a su forma de ser; es el Sancho Panza que huye a la menor oportunidad; es el Watson de Conan Doyle que habita un Londres incierto.

Mort Cinder es un ahorcado resucitado, es «el hombre de las mil y una muertes» y, por tanto, es el de las mil y una vidas, un hombre que ha sido testigo de la historia, que ha vivido en todas las épocas, que ha representado todos los papeles, que ha sido todas las formas de ser de la humanidad, todas sus actitudes, todos sus roles. Es la historia transfigurada en un ser humano. Ha sido soldado, obrero, penado, marino esclavista, hoplita. Nunca ha desempeñado un papel preeminente en la historia, nunca ha sido nadie realmente. Quién no ha tenido alguna vez la sensación de haber vivido más de una época, y quién no ha soñado que quizás en alguna época pasada fue alguien importante. Mort Cinder es el reverso de nuestro sueño. Es el planteamiento contrario. Pese a haber vivido tanto, las historias que nos cuenta no son realmente transcendentes. La verdadera fascinación que nos produce es, que sin ser nadie, su historia es la historia que hubiéramos podido protagonizar. Mort Cinder es a la vez vida y muerte, pero también conciencia: es la conciencia de la humanidad a través del tiempo, con sus errores y sus aciertos, aunque Mort representa más los errores (quizás ésta sea la verdadera naturaleza de la esencia humana). Es, como comentaba Juan Sasturain, «más un mecanismo que un personaje (siendo todos no es nadie) y sirve de pretexto para enhebrar historias sombrías de amor y muerte».

Es la vida que mira la muerte «Cansa tanto morirse... y duele. Mucho...». Es la muerte que mira la vida: «Volver a respirar... es increíble». Mort Cinder, con sus certezas, nunca deja de ser una incógnita. Incluso para Ezra, que tanto lo ha conocido; incluso para el lector, que ha escuchado sus historias; incluso para los autores que lo han creado. Es un personaje que tiene la capacidad de ser más enigmático a medida que lo vamos conociendo, dice Ezra:
- ¡Más lo conozco, y más abismo me resulta! Mort Cinder, abismo de tiempo, abismo de increíbles experiencias humanas. Abismo de muerte repentina, abismo insondable que puede atraer con fuerza irresistible. Mort Cinder....

Quizás la verdadera naturaleza de Mort sea el silencio tras los puntos suspensivos.

PEDRO F. NAVARRO
Extractado de un ensayo publicado en 2002 sobre la Historieta Mort Cinder
Aparecido en la Revista Yellow Kid