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7 • LOS MEDIOS 1

 

Martes, 28 de agosto de 2001

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Texto completo del debate coordinado por Jorge Halperín del que participaron Tomás Abraham, Miguel Bonasso, Adolfo Castelo, Carlos Gabetta y Jorge Sigal. Realizado el 27 de junio de 2001 en el Centro Cutural General San Martín.

JORGE HALPERÍN: La acción de los medios en particular en esta Argentina castigada por crisis de todo tipo y afectada por la debilidad de sus instituciones fue sin duda protagónica. Pero los medios mismos están atravesados por factores culturales, económicos, de mercado y no son un actor de afuera que opera sobre esta realidad. La notable expansión de los medios y los imperativos del mercado llevan mucho a plantearse hasta qué punto la construcción narrativa que hacen los medios, que en definitiva pasa por ser para millones de personas la verdad del espacio público, hasta qué punto, digo, esta construcción refleja la realidad o en cambio la distorsiona.

Ustedes van a escuchar ahora los puntos de vista de cuatro hombres de los medios y de un filósofo apasionado por los medios y a la vez muy crítico de ellos. Vamos a ir por orden alfabético, vamos a empezar con Tomás Abraham, que en momentos en que muchos intelectuales se repliegan en la actividad académica, Tomás Abraham es un pensador que asume públicamente nuestras dudas como sociedad y reflexiona con una mirada original y profunda. En los últimos tiempos, cuando la prensa escrita satura con ciertas fórmulas repetidas 3 Puntos hizo tapas con textos de Tomás Abraham que nos permiten mirar la realidad con un enfoque distinto.

Tomás es filósofo. Autor entre otros libros, de "Los senderos de Foucault", "La guerra del amor", "Historias de la Argentina deseada", "El último oficio de Nieztche", "La empresa de vivir", y su último libro "Tensiones filosóficas" con su grupo de discípulos de su taller de filosofía. Fue director de la revista La Caja, fundó el Colegio Argentino de Filosofía y es profesor titular de Filosofía en el Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires.

TOMÁS ABRAHAM: Buenas noches. Siempre primero, por orden alfabético o no sé por qué. Bien, el tema "Los medios: reflejan la realidad o la inventan". Primero, ¿qué es la realidad?. Hay un concepto, una definición que a mí me inspira, me sintetiza una serie de preocupaciones acerca de qué es la realidad que la hizo en un reportaje de Vladimir Nabokov , un novelista y pensador ruso-americano. Define a la realidad como un sistema de aproximaciones. Quiero decir, Nabokov era novelista, escritor pero además se dedicaba a una de rama científica: era coleccionista de mariposas, se dedicaba a los lepidoptidos. Un hombre, cualquiera de nosotros, pasa por un parque y ve a una mariposa y dice: "Ahí está volando una mariposa". Nabokov no ve una mariposa, él ve un espécimen específico y singular que tiene un nombre en latín. Hay uno de nosotros, cualquiera, que pasa por un lugar abierto, clima tórrido, y dice hay un árbol, otro un poquito distinto que está hace un tiempo. Dice "Ahí hay una palmera", hay otro que dice "Mirá una fénix o mirá una washingtonia". Todos han apuntado a una misma cosa --un árbol o un insecto volátil-- y la han nombrado en forma diferente. Sistema de aproximaciones, dice Nabokov. La realidad en este sentido es un sistema de vasos comunicantes. Lo que se llama realidad está inevitablemente penetrada por lo simbólico.

Esto es interesante para mí porque no se niega lo real, como que todo es ficción, o todo es un sueño, o todo es lenguaje, y al mismo tiempo esto real no está esperando una palabra de verdad, certera, objetiva, universal para describirla y definirla. Ni una ni otra cosa. Es un tema de vasos comunicantes que depende también del nombre y del que lo pronuncia. En cuanto a lo que a veces se opone a realidad, acá lo han llamado como título "invento", otros dicen "ficción". En este caso me voy a inspirar en un intelectual español, Félix de Asúa, que en uno de sus ensayos sobre la novela dice que en una novela no podemos hablar de una ficción que se opone a, por ejemplo, una verdad. Que es otra de las palabras que asume la realidad. Porque en el caso de la novela, dice Asúa, trata de aquello que nunca sucedió, pero que además nunca deja de suceder.

La oposición binaria entre verdad y ficción, o entre realidad y reflejo, pertenece a un esquema filosófico representacional que tiene larga data, que podemos decir que quizás inauguró Platón. Platón dividía al mundo, al cosmos, en un mundo original, que llamaba "las ideas". Después un mundo que participaba de este original pero que lo deformaba, que eran las copias, que corporizaban las ideas en entes materiales finitos y perecederos, por lo tanto, no tan verdaderos. Y por otro lado, en una tercera instancia, existen los llamados "simulacros", que copian la copia. Por ejemplo, si existe una idea de pájaro original en el mundo de las ideas, además existen los pájaros y corresponden aproximadamente a la idea de pájaro, pero además está el fresco en un templo o en un muro que representa un pájaro y la división entre pintura de pájaro, de las artes, el pájaro y la idea de pájaro nos dan estas tres instancias. En un mundo como el nuestro en que la realidad está construida y no solamente dada, el simulacro es constitutivo al mundo. El arte es constitutivo a la realidad. Los medios construyen también esa realidad. El esquema, entonces, binario y referencial no sirve para entender el funcionamiento de lo que podría llamar yo la mediática.

Segundo Punto. Así como no sirve este esquema realidad-ficción, tampoco sirve el esquema, podríamos decir, conspirativo de la alienación de las conciencias. Es decir, los medios no engañan o manipulan necesariamente, aunque a veces lo pueden hacer. El ser humano no es una tabula rasa, no es un ente pasivo, frente por ejemplo al televisor. Ya que por ejemplo este ser humano o televidente puede llegar a movilizarse por alguna percepción. Pero tampoco se inscriben en el ser humano las imágenes tal como necesariamente las quiere marcar el emisor, ya que el ser humano es reactivo. Ser un espectador o un televidente fiel de un programa, no significa que apruebe el programa. Lo que irrita también atrae y lo que nos es morboso también nos puede atraer.

Tercero. El mundo mediático gira, creo yo, alrededor de la novedad y la actualidad. El modo y el tiempo del mundo mediático es la tensión. Provoca una expectación ansiosa. La clínica que le corresponde da un mundo de síntomas. Una sintomatología maníaco-depresiva. El mundo de los medios provoca una fuerte adicción, una pulsación adictiva. La actualidad siempre tiene fecha de vencimiento, como los yogures. La novedad exige una labor de olvido: así como es fundamental mostrar para un medio antes de que otro muestre, antes de que ninguno haya mostrado, el sistema de novedades de los medios necesita de un sistema de olvidos. Siempre hay que hacer lugar para las nuevas impresiones enterrando las anteriores. Indirectamente los medios son programadores de amnesia.

Cuarto. Los medios masivos de comunicación tienen una relación plural con el poder, diversa. Uno de los aspectos de esta relación con el poder es la de constituirse en intermediario entre los grupos de interés que luchan entre si, a través de un sistema de extorsiones: La facultad de reservar las fuentes de información, la posibilidad de no divulgarlas tiene que ver con la dinámica de este sistema de extorsiones. Este es uno de los aspectos políticos del llamado periodismo denunciativo o el desenmascarador. Quinto. El dispositivo de medios masivos de comunicación no constituye una entidad coherente, ni planificada ni central. Marca lo que llamo una experiencia. Una noticia tiene un efecto de resonancia que pone en marcha una serie de discursos culturales. Cuando se lanza una noticia que impacta, que llama la atención, que es lo que se llama la opinión pública, entran en escena por medio de reportajes, columnas, artículos lo que se denomina: opinólogos. El impacto de una noticia no se agota entonces en su enunciado sino en un trabajo prolongado de comentarios en el que intervienen distintas autoridades y expertos, psicólogos, dietólogos, criminalistas, economistas, curas, rabinos, filósofos, actores, periodistas, doñas rosas, don pirulos. Un elenco de protagonistas culturales agregan sabor a las noticias le dan ingredientes y condimentos. Este es un aspecto que denomino pedagógico de la noticia, una experiencia.

Otro punto. En los medios masivos de comunicación se ejercen funciones de autoridad. La puesta en escena de la información requiere una distribución de roles para lograr efectos dramáticos. Las noticias deben tener el diseño apto para una determinada, como decía Flaubert, educación sentimental. También deben constituirse las noticias en "emoticias", combinación entre emoción y noticia. El logro de una emoticia no sigue pautas universales, no hay receta para eso. Depende de la cultura de la comunidad a la que se dirige digamos entonces que el estilo es el pueblo.

Otro punto. En nuestra comunidad, la nuestra , la nacional, la Argentina, esta función de autoridad requiere por lo general y tradicionalmente un discurso que llamo pastoral. El discurso pastoral es el que se ubica en lugar del bien y reparte absoluciones y condenas. El que ejerce este rol, de ubicarse en el bien, es lo que se llama comunicador, que se puede vestir con distinto tipo de investiduras, cura, juez, detective. Es un alquimista que transmuta el aspecto político de los problemas en un universo de valores que distribuye víctimas y verdugos.

Otro punto. Nuestro periodismo esta habitado por una gran población de profesionales que oscilan entre el puritanismo, el maniqueísmo y el ideologismo por lo general. Los tres son ejes del discurso progresista. También lo son del discurso llamado de derecha, que apela a instintos vengadores. El ideologismo convierte al trabajo de informar, que debería ser la simple y compleja labor periodística, en la labor de matricería: el ideólogo es un matricero del pensamiento. Pone el molde, dispone la materia , le sale siempre la misma figurita, con fechas y nombres distintos pero igual a sí misma.. Esta es la monotonía del discurso contestatario. Es necesario creo yo que un medio de comunicación al interior de una misma unidad comunicativa, llámese diario, programa de televisión, etc., se dispongan espacios de confrontación para que finalmente el lector, oyente o televidente saque él sus propias conclusiones.

Ultimo punto. Aquello que creo yo le vendría bien al sistema mediático nacional es mejores --y más en cantidad también-- analistas políticos que combinen el pensamiento lento del estudio de los problemas que exige siempre tiempo, detalles y referencias, con el pensamiento rápido que exigen las situaciones siempre singulares y cambiantes.

Gracias.


Colaboración C. Becka