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942 • SER PADRES

Lunes, 25 de octubre de 2004

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¿Cuando creció que no lo percibiste? ¿Donde quedaron las fiestas infantiles... el juego en la arena... los cumpleaños con payasos?

El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.

Ahora estas allí, en la puerta del cine o de la fiesta esperando no sólo que no crezcan, sino que aparezcan... Allí están muchos padres al volante esperando que salgan zumbando sobre patines, con sus cabellos sueltos. Y allí están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas en las esquinas, con el uniforme de su generación y sus incómodas y pesadas mochilas en los hombros.

Allá estamos nosotros, con los cabellos canos. Y esos son nuestros hijos, los que amamos a pesar de los golpes de los vientos, de las escasas cosechas de paz, de las malas noticias y de la dictadura de las horas. Ellos crecieron amaestrados, observando y aprendiendo con nuestros errores y nuestros aciertos. Principalmente con nuestros errores que esperamos no se repitan.

Hay un periodo en que los padres vamos quedando huérfanos de hijos... ya no los buscaremos en las puertas de las discotecas y del cine. Pasó el tiempo del piano, del fútbol, del ballet, de la natación... Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas. Deberíamos haber ido mas junto a su cama al anochecer para oír su alma respirar conversaciones y confidencias entre las sabanas de la infancia, y a los adolescentes cubrecamas de aquellas piezas con calcomanías, afiches, agendas coloridas y discos ensordecedores.

Pero crecieron sin que agotáramos con ellos todo nuestro afecto. Al principio fueron al campo, la playa, navidades, pascuas, piscinas y amigos. Había peleas en el auto por la ventana, los pedidos de chicles y la música de moda. Después llegó el tiempo que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento, no podían dejar a sus amigos y primeros amores.

Quedamos los padres exiliados de los hijos. Teníamos la soledad que siempre deseamos... Y nos llegó el momento en que solo miramos de lejos rezando mucho para que escojan bien en la búsqueda de la felicidad y conquisten el mundo del modo complejo posible.

El secreto de esperar... En cualquier momento nos darán nietos. El nieto es la hora del cariño ocioso y la picardía no ejercida en los propios hijos. Por eso los abuelos son tan desmesurados y distribuyen tan incontrolable cariño. Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto.

Por eso, es necesario hacer algunas cosas adicionales, antes de que nuestros hijos crezcan. Así es. Los seres humanos solo aprendemos a ser hijos después de ser padres, y solo aprendemos a ser padres después de ser abuelos... En fin, pareciera que aprendemos a vivir después que la vida se nos va pasando.

Colaboración Cayo Mecenas