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895 • CHINA MEGAPOTENCIA

Viernes, 20 de agosto de 2004

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  - El día en que China despierte... - se solía decir, dejando flotar en el aire una gigantesca amenaza sobre el planeta. Ahora, este inmenso país se ha despertado y está bien despierto... Se trata pues de preguntarse sobre las consecuencias que este hecho podrá desencadenar sobre el devenir del mundo.

Coloso demográfico (1300 millones de habitantes) China solo inició su reforma económica luego de la muerte de Mao Zedong, en 1978, cuando Deng Xiaoping asumió el poder. Cimentado en la abundancia de una mano de obra mal paga, en el hospedaje de fábricas de montaje en la exportación de productos baratos y en la afluencia de inversiones extranjeras su modelo de desarrollo fue largo tiempo considerado como "primitivo" característico de un país retrasado y mantenido con mano de hierro por un partido único.

No solo China, siempre comunista, dejó de ser temida, sino que en la euforia de la incipiente globalización, fue también presentada por centenares de empresas que deslocalizaban sus fábricas (luego de despedir a millones de asalariados) como un ganga para los inversores lúcidos. En poco tiempo, gracias a la red de "zonas económicas especiales" instalada a lo largo de su fachada marítima, se convertía en una potencia exportadora fenomenal. Y se ponía a la cabeza de los exportadores mundiales de tejidos, de calzado, de productos electrónicos y de juguetes. Sus productos invadían el mundo, especialmente el mercado de los EEUU, produciéndoles un desequilibrio gigantesco: en el 2003 el déficit comercial estadounidense con relación a Pekín llegó a los 130 mil millones de dólares.

Esta furia exportadora provocaría un espectacular despegue de crecimiento, que desde hace dos décadas supera el 9% anual. Su comunismo democrático de mercado ha generado asimismo un aumento del nivel de vida y del poder de compra de millones de hogares y ha favorecido la construcción de un verdadero capitalismo chino. El Estado, con el mismo ímpetu, se lanzó a la modernización del país a marcha forzada multiplicando las obras de infraestructura: puertos, aeropuertos, autopistas, ferrocarriles, puentes, diques, rascacielos, estadios para los Juegos Olímpicos de 2008, instalaciones para la Exposición Universal de Shanghai en 2010, etc.

La demencial cantidad de obras y la nueva fiebre consumista de los chinos han incorporado, en poco tiempo, una nueva dimensión a la economía: China, que provocaba miedo por su invasora potencialidad exportadora se ha convertido en un ogro importador cuya insaciable voracidad produce serias inquietudes. El año pasado fue el primer comprador de cemento del mundo (importó el 55% de la producción mundial), de carbón (40%), de acero (25%) de níquel (25%) y de aluminio (14%). Es el segundo importador de petróleo, detrás de los EEUU. Sus compras masivas han provocado una explosión de precios en el mercado. Especialmente en el petrolero. Admitida en el seno de la OMC (Organización Mundial de Comercio) en 2001, China constituye actualmente una de las mayores economías mundiales, exactamente la sexta. Tracciona el crecimiento planetario y cualquier sobresalto que le sobrevenga produce un impacto inmediato en el conjunto de la economía mundial.

- A pesar de la velocidad de nuestro crecimiento - expresa sin embargo el ministro Wen Jiabao - China es aún un país en vías de desarrollo y nos harían falta todavía cincuenta años de crecimiento al ritmo actual para convertirnos en un país medianamente desarrollado.

Pero si China continúa a este ritmo en el 2041 superará a los EE.UU. y se convertirá en la primera potencia económica mundial lo que producirá enormes consecuencias geopolíticas. Es decir, que ya a partir del 2030 su consumo de energía serán equivalentes a la sumatoria de los actuales consumos de los EEUU y Japón y que no disponiendo de petróleo suficiente se verá obligada a duplicar su capacidad nuclear y a construir dos centrales nucleares por año durante 16 años. Aún así China, que ratificó en el 2002 el protocolo de Kyoto, dejará de ser el segundo contaminador del planeta para pasar a ser el primero y liberará cantidades colosales de gas que agravaran el efecto invernadero y los actuales cambios climáticos.

En tal sentido, China constituye un caso de estudio y anticipa lo que en el futuro llegará a plantearse también con la India, Brasil, Rusia y Sudáfrica: ¿cómo lograr que miles de millones de personas salgan del subdesarrollo sin sumergirlas en un modelo productivista y de consumo "occidental" nefasto para el planeta y mortal para toda la humanidad?

IGNACIO RAMONET