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691 • PENSAMIENTO

 

Miércoles, 17 de diciembre de 2003

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  La responsabilidad penal será al fin el único remedio eficaz de prevenir el crimen de la guerra como lo es de todos los crímenes en general.

Mientras los autores principales del crimen de la guerra gocen de impunidad y privilegio para perpetrarlo en nombre de la justicia y de la ley, la guerra no tendrá ninguna razón para dejar de existir. Ella se repetirá eternamente como los actos ilícitos de la vida ordinaria.

Reducid la guerra al común de los crímenes y a los autores de ella al común de los criminales y su repetición se hará tan excepcional como la del asesinato o robo ordinario. No solo es posible la confusión del crimen de la guerra con el crimen del asesino y del ladrón sino que es escándalo inmoral que esa confusión no exista; y esa escandalosa distinción es todo el origen presente de la guerra.

No habría sino que aplicarle esta doctrina simple para verla desaparecer o disminuir.

El que manda asesinar y aprovecha del asesinato es un asesino.
El que autoriza el robo y medra del robo es un ladrón.
El que ordena el incendio y el corso, es un bandido, es un pirata.

Para los asesinos, los ladrones y los bandidos, no es el trono, es la infamia, no el honor ni la majestad del mundo.

JUAN BAUTISTA ALBERDI (1810-1884)
de El Crimen de la Guerra