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677 • DE PERROS |
Lunes, 1 de diciembre de 2003 |
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Un carnicero estaba atendiendo su negocio y se
sorprendió al ver entrar un perro. Lo espantó pero el perro volvió enseguida.
Nuevamente intentó espantar al perro, pero se dio cuenta que traía una nota en
el hocico. Tomó la nota y leyó: ¿Podría mandarme 12
salchichas y una pierna de cordero, por favor?. Como el perro también
traía dinero, el carnicero tomó el dinero, colocó el pedido en una bolsa y se
lo dio al perro. Estaba muy impresionado y era hora de cerrar el negocio...
fue así que decidió seguir al perro. El perro comenzó a andar por la calle hasta llegar a una esquina muy transitada. Dejó la bolsa y esperó pacientemente que el semáforo le permitiera cruzar. Caminó hasta una parada de autobús, con el carnicero siguiéndolo de cerca. En la parada el can se sentó para esperar el autobús y cuando uno llegó, pareció cerciorarse de si era el correcto, siguió esperando por el indicado. Otro autobús llegó y volvió a mirar. Vio que ese era le correcto y entró. El carnicero boquiabierto siguió al can. De repente el can se levantó y parándose en las patas traseras tocó el timbre para descender, todo eso con la bolsa en el hocico. Y bien, el carnicero y el perro fueron
caminando por varias cuadras hasta que el can se detuvo frente a una casa y
dejó la compra en el suelo. Entonces, retirándose un poco, corrió y se lanzó
contra la puerta. Repitió la acción varias veces. Nadie respondió en la casa.
Entonces el perro rodeó la casa, saltó una cerca y fue hasta la ventana; allí
comenzó a tocar con la cabeza en el vidrio, varias veces. Regresó a la puerta
y un tipo abrió. En cuanto vió al perro, el hombre lo comenzó a golpear. El
carnicero corrió hasta el hombre y lo detuvo diciéndole: Moraleja: | |
Colaboración E. Tundis |