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672 • CAMBIO DE ROL |
Martes, 25 de noviembre de 2003 |
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Un hombre se quejaba: - Dios mío, ten compasión de mí; mira cómo trabajo tanto... En cambio mi mujer tan tranquila en la casa. Yo daría cualquier cosa para que hicieras un milagro y convirtieras a mi mujer en mí, y yo en mi mujer, para que la muy vaga aprenda lo que es la vida de un hombre. Dios, en su infinita misericordia... ¡zas...! le concede el milagro. El primer día en la mañana, el milagro andante corre a levantar a los niños para que se vistan, prepara desayunos, pone ropa en la lavadora, saca del congelador la carne para el mediodía y sale disparado a la escuela con los hijos. De regreso pasa por la estación de servicio, va al banco, cambia un cheque, paga el teléfono y la luz, recoge los trajes de la tintorería, pasa por el supermercado rapidíto y ya estaba al filo de la una de la tarde. Medio tendió las camas, sacó la ropa húmeda y puso otra tanda en la lavadora; aspiró por donde ve la suegra, preparó un arroz para acompañar la carne, salió rápido a la escuela, se peleó con los chicos, les dió de comer, lavó los platos, tendió la ropa húmeda en las sillas porque estaba lloviendo a cántaros, miró que los niñitos hicieran la tarea, planchó una ropita pendiente mientras veía algo de tele de reojo... luego fue a la cocina para preparar la cena; mientras pasaba peleaba con los hijos para que se bañen. A las 9 de la noche deseaba dormir a piernas suelta, pero en la cama le esperaban mas deberes... y los cumplió como pudo. Al dia siguiente volvió a clamar a Dios: | |
Colaboración Flia Stern |