ANTERIOR | EL CUENTOMETRO DE MORT CINDER |
SIGUIENTE |
660 • DE SUEÑOS |
Martes, 11 de noviembre de 2003 |
Al índice |
-
Lo que ocurre, doctor, es que en mi
caso, los sueños vienen por ciclos temáticos... - Hmmm - Hubo una época en la que soñaba
con inundaciones. De pronto los ríos se desbordaban y anegaban los campos, las
calles, las casas y hasta mi propia cama. Fíjese que en mis sueños aprendía a
nadar y gracias a eso sobreviví a las catástrofes naturales. Lamentablemente,
esa habilidad tuvo una vigencia sólo onírica, ya que un tiempo después
pretendí ejercerla, totalmente despierto, en la piscina de un hotel y estuve a
punto de ahogarme. - Luego vino un periodo en que soñé
con aviones. Más bien, con un solo avión, porque siempre era el mismo.
La azafata era feúcha y me trataba mal. A todos les daba champan, menos a mí.
Le pregunté por qué y ella me miró con un rencor largamente prolongado y me
contestó: «Vos sabés bien por qué». Me sorprendió tanto aquel tuteo que casi
me despierto. Además, no imaginaba a qué podía referirse. En esa duda estaba
cuando el avión cayó en un pozo de aire y la azafata feúcha se desparramó en
el pasillo, de tal manera que la minifalda se le subió y pude comprobar que
abajo no llevaba nada. Fue precisamente ahí cuando me desperté, y para mi
sorpresa, no estaba en mi cama de siempre sino en un avión, fila 7 asiento D,
y una azafata con rostro de Gioconda me ofrecía en inglés básico una copa de
champán. Como ve, doctor, a veces los sueños son mejores que la realidad y
también viceversa. - En otra etapa soñé reiteradamente
con hijos. Hijos que eran míos. Yo que soy soltero y no los tengo ni siquiera
naturales. Con el mundo como está. Me parece un acto irresponsable concebir
nuevos seres. ¿Usted tiene hijos? - ¿Cinco? Excúseme... a veces digo cada pavada. Los niños de mis sueños eran bastante pequeños.
Algunos gateaban y otros se pasaban la vida en el baño. Al parecer, eran
huérfanos de madre, ya que ella jamás aparecía y los niños no habían aprendido
a decir mamá. En realidad, tampoco me decían papá, sino que en su media lengua
me decían turco. Tan luego a mí, que vengo de abuelos coruñeses y bisabuelos
lucenses. Turco vení, Turco, quero la papa, Turco, me hice pipí. En uno
de esos sueños, bajaba yo por una escalera medio rota, y zas, me caí. Entonces
el mayorcito de mis nenes me miró sin piedad y dijo: Turco, jodete. Ya era
demasiado, así que desperté de apuro a mi realidad sin angelitos. - En un ciclo posterior de fútbol soñado, siempre jugué de guardameta o golero o
portero o goalkeeper o arquero. Cuántos nombres para una sola calamidad.
Siempre había llovido antes del partido, así que las canchas estaban húmedas y
era inevitable que frente a la portería se formara un laguito. Entonces
aparecía algún delantero que me fusilaba con ganas y en primera instancia yo
atajaba, pero en segunda instancia la pelota mojada se escabullía de mis
guantes y pasaba muy oronda la línea de gol. A esa altura del partido (nunca
mejor dicho), yo anhelaba con fervor despertarme, pero todavía me faltaba escuchar cómo la tribuna a
mis espaldas me gritaba unánimemente: traidor, vendido, cuánto te pagaron y
otras menudencias. - En los últimos tiempos mis aventuras nocturnas han siso invadidas por el cine. No por el cine de ahora, tan venido a menos, sino por el de antes, aquél que nos conmovía y se afincaba en nuestras vidas con rostros y actitudes que eran paradigmas. Yo me dedico a soñar con actrices. Y qué actrices: digamos Marilyn Monroe, Claudia Cardinale, Harriet Anderson, Sonia Braga, Catherine Deneuve, Anouk Aimée, Liv Ullmann, Glenda Jackson y otras maravillas. A los actores, mi Morfeo no les otorga visa. Como ve, doctor, la mayoría son veteranas o ya no están, pero yo las sueño como aparecían en las películas de entonces. Verbigracia, cuando le digo a Claudia Cardinale, no se trata de la de ahora, que no está mal, sino la de La ragazza con la valiglia, cuando tenía 21. Marilyn, por ejemplo, se me acerca y me dice en un tono tiernamente confidencial: I don't love Kennedy. I love you. Only you. Sepa usted que en mis sueños las actrices hablan a veces en versión subtitulada y otras veces dobladas al castellano. Yo prefiero los subtítulos, ya que una voz como la de Glenda Jackson o la de Catherine Deneuve son insustituibles. Bueno, en realidad vine a consultarle porque anoche soñé con Anouk Aimée, no la de ahora, que tampoco está mal, sino la de Montparnasse 19, cuando tenía unos fabulosos 26 años. No piense mal. No la toqué ni me tocó. Simplemente se asomó por una ventana de mi estudio y sólo dijo (versión doblada): Mañana de noche vendré a verte, pero no a tu estudio sino a tu cama. No lo olvides. Como voy a olvidarlo. Lo que yo quisiera saber, doctor, es si los preservativos que compro en la farmacia me servirán en sueños. Porque ¿sabe? no quisiera dejarla embarazada. | |
Colaboración C. Becka |