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Lloraba la niña
(y tenía razón)
la prolija ausencia
de su extraño amor.
Dejóla la niña,
que apenas creo yo
que tenía los años
que ha que la dejó.
Llorando la ausencia
del galán traidor,
la halla la Luna
y la deja el Sol,
añadiendo siempre
pasión a pasión,
memoria a memoria,
dolor a dolor.
Llorad corazón,
Que tenéis razón.
Dícele su madre:
"Hija, por mi amor,
que se acabe el llanto,
o me acabe yo".
Ella le responde:
"No podrá ser, no,
las causas son muchas,
los ojos son dos.
Satisfagan, madre,
tanta sinrazón,
y lágrimas lloren
en esta ocasión
tantas como de ellos
un tiempo tiró
flechas amorosas
el arquero Dios.
Ya no canto, madre,
y si canto yo,
muy tristes endechas
mis canciones son;
porque el que se fue,
con lo que llevó,
se dejó el silencio,
y llevó la voz".
Llorad corazón,
Que tenéis razón. |