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602 • SUPERANDO A HOUDINI |
Miércoles, 3 de setiembre de 2003 |
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El lugar ideal lo encontró junto al borde de un pequeño
barranco arenoso.
En la base puso un tablón grande, en un ángulo de 45
grados, colocando en el centro con perfecto balance, un palo
al que ató una cuerda larga.
Delicadamente fue aflojando la arena y tierra seca de la
base. Demoró poco menos de una hora para dejar pronto el
mecanismo que aseguraba el efecto. Sin apuro (pero sin pausa) cavó un hueco grande, cómodo, y la tierra que sacaba la fué distribuyendo con mucho cuidado sobre el mismo tablón, procurando que no perdiese el equilibrio. Cuando llegó a la profundidad deseada, colocó en su sitio la cuerda, tomó unos tragos de agua de la cantimplora, luego la guardó en el hueco junto con la pala, se acostó adentro y jaló de la cuerda. Tal como lo había previsto, esto desprendió el tablón que resbaló cayéndole arriba y tapó perfectamente la fosa, y sobre este cayó toda la tierra suelta y la que se desprendió del pequeño barranco al desmoronarse su saliente, tapando completamente la madera y no dejando huellas de trabajo humano.
En completa oscuridad, pero aún con aire, llevó el 38 de caño
corto a su boca.
De afuera no se sintió nada. Se "desapareció"
impecablemente. | |
SENÉN RODRÍGUEZ PERINI |