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EL CUENTOMETRO DE MORT CINDER

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590 • CREMACIÓN HONÍRICA

 

Miércoles, 20 de agosto de 2003

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  Había sido su temor de siempre, su gran temor: Que lo enterraran vivo.

Consideraba que era lo mas horroroso que le podía pasar. Esa sola idea lo martirizaba. Pero la vida enseña que hay cosas peores, cosas impensadas, como lo que le estaba pasando en ese momento, en que comenzó a despertar lentamente y no sentía su cuerpo. No sentía las piernas, no podía moverse, y no lograba fijar las imágenes. Lo que lo aterró completamente fue darse cuenta que estaba paralizado, que solo notaba un olor a carne quemada que le llenaba su nariz, y en sus piernas un calor insoportable del que no se podía separar.

Estaba clarísimo: ¡lo habían enterrado vivo y ahora estaban cremando el cuerpo!.

Él recordaba bien que se lo había dicho a su familia:
- Cuando me muera, nada de tierra y gusanos, a mi me queman y listo. Después las cenizas la tiran al viento sobre las aguas del río, bien poético y limpio. Nada de cementerios ¡que carajo!
¿
Para qué habría dicho eso? Estaba vivo y nadie lo sabía, nadie entendía que lo estaban quemando vivo, ¡Quemando vivo, por Dios!. Quiso gritar pero le faltaban fuerzas, solo un quejido apenas perceptible surgió de su boca. No recordaba como había llegado a esta situación, solo le volvía la imagen del diálogo:
- A mi nada de gusanos y panteones, a mi me hacen cenizas y listo

Intentaba prepararse para soportar ese dolor que le corría bien dentro de sus huesos y ese olor a carne quemada (a su carne quemada) que le impedía respirar. Las luces cerca de su cuerpo resplandecían junto a un murmullo incomprensible y el olor, ese olor inmundo de carne quemándose le descomponía el estómago.

No, no podría resistir el dolor. Solo pedía morirse pronto, bien pronto ¡por favor! morir pronto.

- Si usted me lo permite, mi Coronel, este ya no siente nada y falta poco para que sea finado.
La voz del sudoroso sargento no denotaba sentimientos, solamente cansancio. El oficial estaba furioso:
- ¡Este hijo de puta todavía se nos va a morir! ¡Suspenda la picana y llame a los médicos!

SENÉN RODRÍGUEZ PERINI