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¿Por qué muchas veces nos
sentimos infelices, aún teniéndolo casi todo? La revista
Forbes dice que el 37 por ciento de los
millonarios se sienten desgraciados. Existen en el mundo millones de personas
que se mueren de hambre y viven en los límites de la pobreza, mientras otras
se amargan por no poder comprarse los
"caprichos" que quisieran. He aquí algunas maneras de
pensar para amargarse la vida a uno mismo y a los que le rodean:
-
Nunca preguntes a nadie cómo
se encuentra, podrían pedirte consejo, o peor aún ¡dinero!
-
Fijate una meta, y
cuando la logres, no la disfrutes, márcate un nuevo objetivo, a ser posible
más difícil.
-
¿Se ha
perdido o se ha roto algo? antes de arreglarlo busca al culpable.
-
Estás en
desacuerdo con alguien, mejor retirarle la palabra para evitar
discusiones.
-
Tienes un
mal día y todos a tu alrededor ríen encantados, ¿es que no se dan cuenta
que me molestan?
-
Dos
compañeros que estaban hablando se callan cuando te acercas, seguro que
te estaban criticando.
-
¿Luchar por una causa? ¿Para
qué? Nadie lo ha hecho antes por ti.
-
¿Hay algo
malo en tu vida? Piensa en ello a todas horas. ¿Para qué vas a pensar en
lo bueno? ¡No necesita ser cambiado!
-
No te
interesa nada si alguien te hace una crítica, seguro que lo dice porque
te odia y ya está.
-
Un amigo
te pide un favor: mejor negarse, das el pie y te toman la mano.
-
¿Todo
marcha bien? entonces teme al futuro, todo lo que sube debe bajar.
-
Una de tus
máximas en la vida es: ojo por ojo y diente por diente.
-
Convéncete de que sólo hay una
opinión correcta, la tuya, y comprueba que todo el mundo va de mal en peor.
- Aférrate al pasado de manera
que no tengas tiempo de ocuparte del presente.
- Convéncete de ser pura
víctima de las circunstancias. Lo que te haya podido causar dios, el mundo,
el destino, la naturaleza, los cromosomas y las hormonas, la sociedad, los
padres, los parientes y sobre todo los amigos es tan grave que sólo insinuar
que pudieras poner algún remedio a la situación ya sería una ofensa.
- Asegúrate de que por mucho
que cambien las circunstancias conviene seguir prefiriendo las soluciones
que fueron suficientes y eficaces.
- Rechaza o elude una
situación peligrosa aunque te intenten hacer ver que el peligro ya ha
desaparecido.
- Haz un pronóstico o déjate
profetizar un hecho que temes, considéralo después con consistencia propia e
independiente de ti, así podrás llegar a donde precisamente no querías.
- En las relaciones
interpersonales es recomendable leer los pensamientos del otro y actuar en
consecuencia. Si puedes acompáñalo con unos pocos reproches hacia el otro
que tengan un gran tinte de violencia y ambigüedad.
- Exige al otro que haga
algo espontáneamente.
- Siéntete frustrado al
recibir un regalo sólo por haber expresado anteriormente el deseo de
recibirlo.
- En la relación con otra
persona admite tan sólo la alternativa de ganar o perder para poder
garantizar no sólo esa relación si no incluso otras futuras.
La regla fundamental que
dice que un juego no es ningún juego, sino algo tremendamente serio, hace que
la vida sea un juego sin fin que sólo la muerte acaba. La única regla que
podría poner fin a este juego, no es ni siquiera una regla del juego,
tiene varios nombres y en el fondo significan lo mismo: honradez, confianza,
tolerancia. Si lo creyéramos también sabríamos que no sólo somos los creadores
de nuestra desdicha sino que del mismo modo podríamos crear nuestra felicidad.
En este punto quizá podamos compartir
las afirmaciones que un personaje de Dostoyevski
decía en Los
demonios:
-
Todo es bueno... todo. El hombre es
desdichado porque no sabe que sea dichoso. Sólo por eso. Esto es todo... todo.
Quien lo reconozca será feliz en el acto, en el mismo instante.
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