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520 • LA MODA Y SUS PRISIONERAS

 

Viernes, 30 de mayo de 2003

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La nueva onda de vestidos entallados con telas transparentes le encantaban.
Claro, tenia unos kilos de mas que no ayudaban mucho, pero ese era el conjunto que le había fascinado y ansiaba ponérselo. Por cierto, no quería acordarse lo que pagó por
él.
El entallado le quedaba perfecto
(a decir verdad un poco tenso por las “llantitas”) pero tolerable. Los escotes y el efecto de transparencia eran realmente sensuales.
Se miraba una y mil veces en el espejo. Le encantaba verse y sentirse bien sensual.
Ponerse las medias oscuras para hacer juego con los zapatos de taco alto al tono, era parte importante del ritual, se había depilado las piernas en forma concienzuda
.
Ya listo, se paró frente al espejo por enésima vez y se miró de costado. Levantó la cola, revisó el talle... ¡perfecto!.
Luego se maquilló lentamente prestando atención a cada detalle.
Esa noche tenía que ser el centro de la reunión.
Resaltó en especial los ojos celestes y con un adecuado juego de sombras disimuló la cara un poco regordeta y la nariz discretamente prominente.
No solo ser el centro
(pensó) quería que la admiraran y la envidiaran.
Los labios con un color naranja chillón le daban el toque final de seducción.
Una buena dosis de perfume francés importado fue como la firma luego de la obra.
Se miró el peinado sin encontrar motivo para reclamos.
¡Estaba perfecta!. No existía nada en este mundo que le hiciese sentir tan excitado, tan “pronto para todo”, como vestirse de mujer.

SENEN RODRÍGUEZ PERINI
El Pinar abril de 2001