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El sueño milenario del retorno a la tierra prometida no contaba con el efecto de
la diáspora, que a lo largo de los siglos ha convertido al pueblo judío en una
babélica sociedad de procedencias, idiomas, etnias y culturas muy dispares. Este intento
de fabricar un Estado basado en el vínculo de la fe provoca un grave problema de
identidad, una política nacional fraccionada en pequeños partidos y una dificultad
añadida al proceso de paz: cómo aunar los intereses de colonos, askenazíes laicos,
falashas, sefardíes ultraortodoxos, rusos… Israel
cuenta con menos de seis millones de habitantes y, aunque el 80,1% de la población
es judía, hay más de un 14% de musulmanes (árabes que no abandonaron sus casas
tras la proclamación del Estado de Israel), un 2,1% de cristianos y 1,7% de
drusos y otros grupos étnico-religiosos.
Principales grupos sociales en Israel:
- Askenazíes: Forman la élite del país. De habla
yídish (variante del alemán) y de tendencia laicista, proceden de Europa central y
oriental. Llegaron a Palestina a finales del siglo XIX y principios del XX. Liderados por
David Ben Gurión, sentaron las bases del nuevo estado con ideas socializantes y tres
pilares: el Partido Laborista, el sindicato Histadrut y la colonización rural a través
de los kibutzs o cooperativas agrícolas. Sus hijos controlan hoy más del 30% de las
exportaciones del país.
- Sefardíes: Suponen un 60% de la población judía
del mundo y son descendientes de los judíos que vivieron en la Península Ibérica hasta
su expulsión por parte de los Reyes Católicos en 1492. Se caracterizan por su castellano
antiguo o el ladino, y por su fidelidad a la tradición babilónica. Estos judíos
llegaron a Israel en diversas épocas, de forma individual o en pequeños grupos, sobre
todo de los Balcanes, países árabes, Marruecos y del norte de África. Actualmente, son
terreno abonado para los ultraortodoxos del Shas.
- Judíos rusos: Son los nuevos inmigrantes, llegados
tras el hundimiento de la URSS y su número asciende a casi un millón. Aunque comparten
con la élite sus orígenes europeos y su laicismo, son de ideología conservadora. Siguen
hablando ruso y votan a sus propios partidos, como Israel con la inmigración e Israel
Nuestra Casa.
- Falashas o judíos etíopes: Forman una comunidad de
unas 75.000 personas. Sufren el racismo de los demás grupos, la política los ignora y
sus jefes tribales, los keyses, no son reconocidos por los rabinos. Fueron llevados a
Israel en dos operaciones, Operación Moshé (unas 7.000 personas entre 1984 y
1985) y Operación Shlomó (14.300 en mayo 1991). Anteriormente y desde 1977,
inmigraron por sus propios medios unos 6.000 etíopes. Con un deseo de integración tan
fuerte como su nostalgia de África, forman el escalón más bajo de la sociedad judía,
aunque por delante de las minorías no hebreas.
- Palestinos israelíes: La mayoría es musulmán suní
y constituye casi el 20% de la población, que se concentra sobre todo en Galilea. Son los
palestinos que resistieron en sus casas cuando el grueso de la población huyó hacia los
países del entorno. Se sienten ignorados por el proceso de paz, lo que ha fomentado su
proceso de israelización, aunque en la actual Intifada se han manifestado en apoyo
de sus hermanos palestinos. Los cuatro partidos que los representan son de izquierdas.
- Cristianos: La gran mayoría es árabe y forma la
segunda minoría no judía del país, con una población de unas 100.000 personas que
habitan en Nazaret, Sheferam y Haifa.
- Drusos: Son unas 80.000 personas que viven en una
veintena de aldeas en el norte de Israel y que pertenecen a una secta del islam con
autonomía cultural, social y religiosa. Tienen similitudes étnicas y religiosas con los
drusos de Líbano y Siria. Son considerados ciudadanos de segunda clase, rara vez alcanzan
puestos relevantes y sus hijos no llegan a la Universidad. A la hora de votar, prefieren a
la derecha judía.
La
Autoridad Nacional Palestina (ANP), con sede en Jericó, es la máxima instancia
ejecutiva en los territorios autónomos, con las competencias propias de un gobierno local
—educación, cultura, salud, bienestar social, impuestos y turismo—, incluida
una policía. Sin embargo, no tiene jurisdicción en materias de defensa y de política
exterior, que están en manos de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).Presidida por Yasir Arafat desde el 20 de enero de 1996, se crea
como resultado de la Declaración de Principios firmada el 13 de septiembre de 1993
entre Israel y OLP. Junto a la ANP, nace el Consejo Autónomo, una cámara con las
atribuciones de un parlamento que consta de 88 miembros elegidos por sufragio directo en
unos comicios en los que también se elige el presidente de la ANP, que designa al resto
de los miembros de su gabinete.
La jurisdicción de la ANP abarca los territorios de Gaza y Cisjordania, aunque sus
competencias varían entre la zona A —menos del 4% del total de Cisjordania y las
ciudades de Gaza y Jericó, donde la ANP tiene poderes civiles y policiales— B
—23% de Cisjordania, rige la autoridad civil palestina pero el Ejército israelí se
encarga de la seguridad— y C —73% de Cisjordania, donde la ANP presta servicios
sociales pero Israel mantiene el control total sobre la tierra, los recursos y la
población—.
Se trata, en todo caso, de un gobierno provisional, a la espera de un acuerdo sobre
el estatuto final de Palestina. En su corta vida, el balance que hacen los propios
palestinos es bastante negativo, tanto por la dramática situación económica que se vive
en los territorios autónomos como por la corrupción y la ineficacia con la que los ministros
del rais —jefe— Arafat han gestionado los fondos recibidos la comunidad
internacional. |