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300 • BRECCIA |
Lunes, 9 de septiembre de 2002 |
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Alberto Breccia confesó mas
de una vez que había empezado a dibujar por necesidad; para no tener que ser matarife en
un mercado. Empezó de abajo, ilustrando pequeñas revistas. Cuidadoso de su intimidad se
reconocía tímidamente como un lector instintivo que, por esa época, había comenzado a
leer autores que luego plasmaría en su obra. - He leído mucho, es cierto. Siempre. Pero en ese entonces yo no era culto. Era un pibe de barrio. Me acuerdo, por ejemplo, que cambié, cinco libritos de Sexton Blake por las obras de Poe prologadas por Baudelaire. ¿Por que? Por instinto. También colaboraba con una modesta revista literaria, Acento, en la que dibujó en sus dos primeras tapas a Lisandro de la Torre y a Machado. Y mientras tanto escribía sobre Jorge Amado y Gold. En 1946 le llega el primer reconocimiento: le dan para dibujar a Vito Nervio, un investigador criollo creado por Mirco Repetto y en el que trabajara hasta 1959. Pero el gran encuentro que marcaría para siempre a la historieta Argentina (y a la mundial a través de sucesivos imitadores que aprendieron de ellos) fue con Hector Germán Oesterheld en 1950, cuando los dos estaban al filo de los 40 años; a través de un personaje emblemático de sus carreras: Sherlock Time, un investigador de sucesos relacionados con la fantasía y el terror, que cuenta como ladero al siempre perplejo jubilado Luna. Ya en el primer episodio de Sherlock Time, La gota, Breccia encuentra su propio camino y empieza a recorrerlo alejándose de su trabajo anterior y volcándose a una obra que mostraría en trazos, (primero negros y asfixiantes como ese episodio, y luego con diversos experimentos gráficos), que su mirada estaba mas allá de la aventura. Posteriormente volverá a trabajar con Oesterheld en títulos que siguen reeditándose en todo el mundo, a décadas de su creación: desde Mort Cinder, pasando por la adaptación de La vida del Che (junto con Enrique Breccia), episodios sueltos como Gas, Doctor Morge y la versión abreviada de El Eternauta para el semanario Gente, que la revista no soportó hasta el final y censuró. A principios de los 70, con su prestigio
consolidándose en Europa pero con escaso trabajo en Argentina debido a la poca
receptividad de sus nuevos métodos, emprende nuevas obras con un guionista que daría que
hablar: Carlos Trillo. Su primer trabajo con
Trillo es Un tal Daneri, donde cuentan
historias urbanas de tristeza, frustración y crimen, en un ambiente opresivo,
magistralmente plasmado. También realizarán adaptaciones de cuentos para niños con
tenebrosas nuevas conclusiones, donde puede verse el humor negro de Trillo
en su esplendor. Ese año, justamente, le mostrará que había elegido el mejor camino posible mas de veinte años antes, (cuando Luna entra a la casona que acaba de comprar para ver porque desaparecen sus habitantes y descubre que gotea sangre del techo en La gota): gana el mayor premio del género, el Yellow Kid. En los ochenta, ya con su prestigio consolidado, maestro de una nueva generación de dibujantes y considerado uno de los mejores creadores del país, producirá obras mayoritariamente para el exterior: - Ya no me interesa exponer en la Argentina, porque nunca me dieron bola y me cansé. Ya no me importa. Antes me daba mucha bronca, pero desde hace un tiempo no me interesa en lo mas mínimo. Publico en Europa, donde me respetan. Y eso que no tengo un estilo fácil. Los títulos mas famosos de esta nueva etapa que incluye los 80 y parte escasa de los 90 son Perramus y El informe sobre ciegos basado en la novela de Ernesto Sábato: Sobre héroes y tumbas. Perramus es la
saga escrita por Juan Sasturián de un hombre que luego de traicionar a
sus compañeros y condenarlos a la muerte pide el olvido y le es concedido. Esta obra se
ve cruzada por múltiples referencias literarias: el lugar donde le conceden el olvido al
personaje se llama El Aleph (nombre de un libro de cuentos de
Borges); la ciudad donde transcurren los primeros episodios es Santa María (nombre de una ciudad ficticia inventada por el
escritor uruguayo Juan Carlos Onetti en su novela La
vida breve (1950); uno de los personajes principales de la historia es Jorge
Luis Borges, que no es ciego y gana el premio Nobel (tan
ansiado) por su obra Fricciones. Borges no
ganó nunca el Nobel, pero sí lo que se considera el mayor premio a la literatura de
habla española: el Cervantes, y uno de sus libros de cuentos
se llama Ficciones. |
Nota original de IVAN DE LA TORRE |