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229 • LOS ANIMALES EN EL ARCA

 

Viernes, 31 de mayo de 2002

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El arca de Noé Sí, Noé cumplió la orden divina y embarcó en el arca un macho y una hembra de cada especie animal. Pero durante los cuarenta días y las cuarenta noches del diluvio ¿qué sucedió?

Las bestias. ¿resistirían las tentaciones que les ofrecían la larga convivencia y el encierro forzoso? Los animales salvajes, las fieras de los bosques y los desiertos, ¿se someterían a la etiqueta de un viaje por mar? La proximidad de las eternas víctimas y los eternos victimarios, ¿no desataría más de un crimen?. Ya estoy viendo al león, al águila y a la víbora mandar al otro mundo, de un zarpazo o de una mordedura, a algún pobre animalito indefenso.

¿Y quiénes serían los más indefensos, sino los más hermosos? Porque los hermosos no tienen otra protección que su belleza. Pero ¿de qué les serviría en medio de aquella tripulación heterogénea, hacinada en un barco de clase única que, para colmo, cabeceaba en el vórtice de una tormenta que a todos los volvía irritables y malhumorados? Sólo se salvarían los de piel más dura, los de carne menos agradable, los erizados de púas, de cuernos de garras y de picos, los que alojan el veneno, los que se ocultan en la sombra, los más feos y los más fuertes.

Cuando al cabo del viaje Noé descendió nuevamente a tierra, repobló el mundo con los sobrevivientes. Pero las criaturas más hermosas, las más delicadas y gratuitas, los puros lujos con que Dios, en la embriaguez del quinto día de la Creación, había adornado el Jardín del Edén, aquellas criaturas al lado de las cuales nuestro pavo real y nuestra gacela son horribles mamarrachos y la liebre una fiera sanguinaria, ay, aquellas criaturas tal vez no descendieron jamás del arca de Noé.


MARCO DENEVI
Falsificaciones • Ed Eudeba 1966