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147 • DON TRINIDAD |
Sábado, 9 de febrero de 2002 |
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Un señor de barbita blanca le da trocitos de
bollo suizo, mojados en café con leche, a un niño morenucho que tiene sentado sobre sus
rodillas. El señor se llama don Trinidad García Sobrino y es prestamista. Don Trinidad
tuvo una primera juventud turbulenta, llena de complicaciones y de veleidades, pero en
cuanto murió su padre se dijo: De ahora en adelante hay que tener
cautela, si no la pringas, Trinidad. Se dedicó a los negocios y al buen orden y acabó rico. La ilusión de toda su vida hubiera sido llegar a diputado; él pensaba que ser uno de quinientos entre veinticinco millones no estaba nada mal. Don Trinidad anduvo coqueteando varios años con algunos personajes de tercera fila del partido de Gil Robles, a ver si conseguía que lo sacasen diputado; a él, el sitio le era igual; no tenia ninguna demarcación preferida. Se gastó algunos cuartos en convites, dió su dinero para propaganda, oyó buenas palabras, pero al final no presentaron su candidatura por lado alguno y ni siquiera lo llevaron a la tertulia del jefe. Don Trinidad pasó por momentos duros, de graves crisis de ánimo, y al final terminó haciéndose lerrouxista. En el partido radical parece que le iba bastante bien, pero en esto vino la guerra y con el ella el fin de su poco brillante, y no muy dilatada, carrera política. Ahora don Trinidad vivía apartado de la "Cosa Publica" y se conformaba con vivir tranquilo, sin recordarle tiempos pasados, mientras seguía dedicándose al lucrativo menester del préstamo a interés. Por las tardes se iba con el nieto al café de doña Rosa, le daba de merendar y se estaba callado, oyendo la música o leyendo el periódico sin meterse con nadie. |
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CAMILO JOSE
CELA (La Colmena) |