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En diversos medios
periodísticos se difundió la posibilidad de la inclusión de los
descendientes de la nación Mapuche en la
nueva Carta Magna de la Provincia del Neuquén,
Argentina. De hecho, durante la campaña para la elección de
constituyentes, algunas representaciones políticas resaltaron esta
iniciativa entre los puntos fundamentales como base de sus principios. La
constante información sobre los pueblos originarios suele ser
superficial, distorsionada, o relatada en forma
parcial, omitiendo datos relevantes, permitiendo confundir a la
opinión pública, o transgrediendo la esencia misma de hechos históricos
que acontecieron en nuestro territorio.
A partir de 1650 el jesuita Diego de Rosales
se internó en el actual norte neuquino y realizó, conforme a las pautas
estrictas que siempre cumplieron los Hombres de San
Ignacio de Loyola, un minucioso informe de las
Naciones indígenas que encontraba a su paso
al cruzar la cordillera. De esta manera se encontró en su camino con los
Pehuenches, luego los
Puelches y finalmente los Poyas, todas
éstas, Naciones indígenas que mantenían un
pleno control sobre su territorio. Cada vez que los eventuales viajeros
requerían de cruzar estas tierras, se necesitaba imperiosamente la
autorización del Cacique respectivo de cada
Nación.
Luego vinieron Nicolás Mascardi (1670),
Felipe de la Laguna (1702),
Juan José Guillelmo (1703),
Manuel de Hoyos, José López de Zúñiga, José de Arce,
Gaspar López, José Portel, Francisco de Elguea y Segismundo Guell,
entre otros. Todos ellos convivieron con las distintas naciones indígenas
relatando en sus diarios, cartas, libros, informes trimestrales, y
Cartas Annuas, hasta las vivencias más
mínimas durantes décadas enteras.
Las diferencias culturales entre los Puelches,
Pehuenches, Poyas y Mapuches eran más
que sustanciales: su régimen alimentario, su vestimenta, sus ritos, sus
costumbres, su sistema de vida, e incluso su idioma, que si bien tenían
una misma base, las diferencias entre algunas Naciones se hacían tan
notorias que, por ejemplo, en el Parlamento llevado a cabo en
Buena Esperanza (1655) previo a un fuerte
levantamiento mapuche, los caciques llevaron sus propios “lenguas”
(intérpretes) para agilizar la marcha de este
Parlamento. Como anécdota, Puelches y Poyas
que convivieron durante siglos en distintas orillas del mismo
Nahuel Huapi, tenían numerosas diferencias
idiomáticas que obligaron a los misioneros interiorizarse de una o otra
interpretación, para lograr acercamientos en su difícil tarea
evangelizadora durante el siglo XVII y XVIII.
Toda esta información, decena de miles de documentos, se encuentran
archivados en el Archivo Histórico de la Compañía de
Jesús, y del Vaticano, en
Roma, Italia, donde tuve la posibilidad de
estudiarlos personalmente. No hablamos de versiones o leyendas, sino de
documentos históricos, concretos, originales, y verídicos.
Desde 1650 y hasta 1767 (117 años no es poco tiempo como base documental
histórica) nunca se modificaron estos territorios, y según se especifica
en reiteradas oportunidades, los caciques recordaban que “siempre
fue así”. Los pueblos Puelches, Poyas y
Pehuenches solían trasladarse de oeste a este dependiendo de la
estación del año, pero manteniendo un estricto control, y dependencia
sobre la región de sus dominios. A partir de 1745 las crónicas relatan el
inicio del cruce de la cordillera por parte de la
Nación Mapuche (proceso denominado
araucanización) ocupando tierras de otras comunidades. En algunos
casos, fusionándose pacíficamente (Poyas y Puelches)
ante la imposibilidad de hacer frente a la organizada y numerosa comunidad
que ingresaba masivamente, y en otros (Pehuenches)
resistiéndose, con sangrientos y nefastos resultados para esta etnia
milenaria.
Si en lo que respecta a las culturas originarias y la
Constitución nos detenemos, se debe considerar la inclusión, no
sólo a los descendientes de los Mapuches,
sino a los Puelches y Pehuenches, quienes son
los verdaderos pueblos originarios de esta tierra, hoy denominada
Neuquén.
Durante las IV Jornadas de Patrimonio Histórico de
Chiloé, un Doctor en Historia cuyo nombre no recuerdo, de la
Universidad Católica de Chile me preguntó “¿porqué
motivo los argentinos proclaman como pueblo originario de su tierra a los
Mapuches, cuando ustedes tienen el suyo que fueron los
Tehuelches?”. Casi de inmediato el prestigioso historiador
chileno Renato Cárdenas Álvarez (Director
Académico del Archivo Histórico de Chiloé, Profesor Universitario y autor
de 14 libros de historia de Chile) agregó: “...
los descendientes de mapuches cuentan con muy buena prensa en su país,
tanto que terminan distorsionando su propia historia”. No encontré
una respuesta coherente para replicarles con claridad.
Seguramente los Constituyentes (acorde a la
seriedad y responsabilidad que sus acciones les demandan) consultarán a
abogados calificados cuando se consideren leyes a modificar, razón por la
cual, apelo al mismo sentido común para que sean los historiadores
neuquinos quienes hagan llegar su visión profesional sobre este tema tan
importante. La nueva Carta Magna será la base
sólida sobre la cuál crecerán las nuevas generaciones y en la cuál se
afianzará el futuro de todos los neuquinos, razón más que suficiente para
utilizar los fundamentos históricos con la seriedad y el respeto que la
misma Historia se merece. |