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1268 • PUEBLOS ORIGINARIOS

 

Martes, 24 de enero de 2006

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En diversos medios periodísticos se difundió la posibilidad de la inclusión de los descendientes de la nación Mapuche en la nueva Carta Magna de la Provincia del Neuquén, Argentina. De hecho, durante la campaña para la elección de constituyentes, algunas representaciones políticas resaltaron esta iniciativa entre los puntos fundamentales como base de sus principios. La constante información sobre los pueblos originarios suele ser superficial, distorsionada, o relatada en forma parcial, omitiendo datos relevantes, permitiendo confundir a la opinión pública, o transgrediendo la esencia misma de hechos históricos que acontecieron en nuestro territorio.

A partir de 1650 el jesuita Diego de Rosales se internó en el actual norte neuquino y realizó, conforme a las pautas estrictas que siempre cumplieron los Hombres de San Ignacio de Loyola, un minucioso informe de las Naciones indígenas que encontraba a su paso al cruzar la cordillera. De esta manera se encontró en su camino con los Pehuenches, luego los Puelches y finalmente los Poyas, todas éstas, Naciones indígenas que mantenían un pleno control sobre su territorio. Cada vez que los eventuales viajeros requerían de cruzar estas tierras, se necesitaba imperiosamente la autorización del Cacique respectivo de cada Nación.

Luego vinieron Nicolás Mascardi (1670), Felipe de la Laguna (1702), Juan José Guillelmo (1703), Manuel de Hoyos, José López de Zúñiga, José de Arce, Gaspar López, José Portel, Francisco de Elguea y Segismundo Guell, entre otros. Todos ellos convivieron con las distintas naciones indígenas relatando en sus diarios, cartas, libros, informes trimestrales, y Cartas Annuas, hasta las vivencias más mínimas durantes décadas enteras.

Las diferencias culturales entre los Puelches, Pehuenches, Poyas y Mapuches eran más que sustanciales: su régimen alimentario, su vestimenta, sus ritos, sus costumbres, su sistema de vida, e incluso su idioma, que si bien tenían una misma base, las diferencias entre algunas Naciones se hacían tan notorias que, por ejemplo, en el Parlamento llevado a cabo en Buena Esperanza (1655) previo a un fuerte levantamiento mapuche, los caciques llevaron sus propios “lenguas” (intérpretes) para agilizar la marcha de este Parlamento. Como anécdota, Puelches y Poyas que convivieron durante siglos en distintas orillas del mismo Nahuel Huapi, tenían numerosas diferencias idiomáticas que obligaron a los misioneros interiorizarse de una o otra interpretación, para lograr acercamientos en su difícil tarea evangelizadora durante el siglo XVII y XVIII.

Toda esta información, decena de miles de documentos, se encuentran archivados en el Archivo Histórico de la Compañía de Jesús, y del Vaticano, en Roma, Italia, donde tuve la posibilidad de estudiarlos personalmente. No hablamos de versiones o leyendas, sino de documentos históricos, concretos, originales, y verídicos.

Desde 1650 y hasta 1767 (117 años no es poco tiempo como base documental histórica) nunca se modificaron estos territorios, y según se especifica en reiteradas oportunidades, los caciques recordaban que “siempre fue así”. Los pueblos Puelches, Poyas y Pehuenches solían trasladarse de oeste a este dependiendo de la estación del año, pero manteniendo un estricto control, y dependencia sobre la región de sus dominios. A partir de 1745 las crónicas relatan el inicio del cruce de la cordillera por parte de la Nación Mapuche (proceso denominado araucanización) ocupando tierras de otras comunidades. En algunos casos, fusionándose pacíficamente (Poyas y Puelches) ante la imposibilidad de hacer frente a la organizada y numerosa comunidad que ingresaba masivamente, y en otros (Pehuenches) resistiéndose, con sangrientos y nefastos resultados para esta etnia milenaria.

Si en lo que respecta a las culturas originarias y la Constitución nos detenemos, se debe considerar la inclusión, no sólo a los descendientes de los Mapuches, sino a los Puelches y Pehuenches, quienes son los verdaderos pueblos originarios de esta tierra, hoy denominada Neuquén.

Durante las IV Jornadas de Patrimonio Histórico de Chiloé, un Doctor en Historia cuyo nombre no recuerdo, de la Universidad Católica de Chile me preguntó “¿porqué motivo los argentinos proclaman como pueblo originario de su tierra a los Mapuches, cuando ustedes tienen el suyo que fueron los Tehuelches?”. Casi de inmediato el prestigioso historiador chileno Renato Cárdenas Álvarez (Director Académico del Archivo Histórico de Chiloé, Profesor Universitario y autor de 14 libros de historia de Chile) agregó: “... los descendientes de mapuches cuentan con muy buena prensa en su país, tanto que terminan distorsionando su propia historia”. No encontré una respuesta coherente para replicarles con claridad.

Seguramente los Constituyentes (acorde a la seriedad y responsabilidad que sus acciones les demandan) consultarán a abogados calificados cuando se consideren leyes a modificar, razón por la cual, apelo al mismo sentido común para que sean los historiadores neuquinos quienes hagan llegar su visión profesional sobre este tema tan importante. La nueva Carta Magna será la base sólida sobre la cuál crecerán las nuevas generaciones y en la cuál se afianzará el futuro de todos los neuquinos, razón más que suficiente para utilizar los fundamentos históricos con la seriedad y el respeto que la misma Historia se merece.

YAYO DE MENDIETA
Villa La Angostura - Neuquén