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Si recorremos a vuelo de
pájaro el mapa del continente, nuestra primera impresión es que quedaron
en la historia los golpes de estado militares
que asolaron nuestros territorios y masacraron hace algo más de tres
décadas a sus jóvenes y contemporáneas generaciones y aunque casi no
queden dudas de que aquellas aventuras dictatoriales hayan sido largamente
sepultadas no ha faltado en estos días un general uruguayo intentando
reinstalar su recuerdo con amenazantes y trasnochados pronósticos.
Y si bien una golondrina no hace verano tampoco resulta demasiado obvio
que hayan desaparecido del horizonte o hayan dejado de existir, las
poderosas fuerzas de una reacción que se
dispone ahora a actuar bajo el cautivante disfraz del
progresismo, del
socialismo o de la democracia participativa,
simulando, a veces, aceptar sus objetivos, pero manteniéndose al mismo
tiempo que cautelosamente oculta, peligrosamente activa
Basta escuchar o leer cualesquiera de los discursos preelectorales de la
emergente nueva izquierda latinoamericana
para imaginar de buena fe que la revolución está a la vuelta de la
esquina, discursos que comienzan a ser sensiblemente morigerados apenas
concretado el triunfo electoral. Y no es que crea que líderes como
Lula o Tabaré
que han dedicado toda su vida a construir la fuerza que los ha llevado al
gobierno sean capaces de cambiar automática y radicalmente sus propias
convicciones y hayan decidido traicionar a sus mandantes.
Existen ya demasiados ejemplos como para no pensar en la presencia de un
denominador común a casi todos los gobiernos de los países de este
continente y casi seguramente a los que parecieran comenzar a perfilarse
en su seno como en el Perú o en sus
proximidades como en México y
Nicaragua que generaron y siguen generando
expectativas optimistas. Pero... es interesante tratar de descubrir de qué
manera el verdadero poder sigue estando "detrás del
trono" y en muchos casos sin el menor disimulo.
Acaso ¿no está concluyendo ya un nuevo período la
Concertación chilena, pregonada como de
inspiración socialista mientras se sigue
maltratando y encarcelando a los mapuches,
permitiendo las explotaciones auríferas contaminantes y destructoras de
los ecosistemas cordilleranos que son la base de la pequeña economía
agraria regional y se sigue privilegiando la salmonicultura en gran escala
y la pauperización de los pueblos pesqueros del sur y
Chile sigue siendo uno de los países del
continente con más desigual distribución de la riqueza?
Y ¿en Brasil? Con cuántas encendidas
expectativas se festejó el triunfo de Lula y
sin embargo... ¿cuánto logró durar esa euforia? No resulta fácil encontrar
explicaciones coherentes a tantos desvíos, ¿Hambre
Cero, donde estás? ¿Radicación de campesinos?
¿Donde la reforma agraria? ¿Dónde la defensa
de la codiciada Amazonia cuya deforestación
ya ha producido cambios dramáticos en los regímenes de lluvias que
alimentan sus otrora caudalosos cursos de agua? ¿Es posible creer que el
presidente da Silva haya sufrido una amnesia
repentina y no recuerde casi ninguna de sus
promesas electorales?
Y mucho más recientemente... a menos de un año de haber asumido el
gobierno, el presidente de la República Oriental del
Uruguay, contrariando todas sus promesas
sigue autorizando la instalación de empresas de
producción de celulosa (y no papeleras
como se suele decir) con tecnologías probadamente contaminantes,
prohibidas en sus países de origen y motivo de un severo conflicto con sus
vecinos argentinos, por hallarse radicadas junto a un recurso hídrico
compartido, sobre el que por consiguiente no tiene jurisdicción absoluta e
inconsultamente firma un acuerdo de libre comercio
con... los EEUU, ignorando a sus socios del
MERCOSUR.
Evo Morales en Bolivia.
Nuevamente, otra vez, auspiciosas expectativas, esperanzados vientos de
equidad y de reconocimiento hacia los secularmente sometidos pueblos
originarios. Habrá que esperar para ver si el nuevo mandatario puede
escapar a los generales imperativos de la ley.
Y "last but not least" en la
Argentina luego de dos años de gobierno del
Presidente Kirchner es difícil imaginar si el
errático rumbo de sus decisiones guarda
alguna relación con los contenidos de sus siempre encendidos discursos
nutridos aun de promesas electorales que
sistemáticamente contradicen sus actos.
Mientras tanto es cierto que los movimientos populares, la concientización
de la gente viene creciendo, sin pausa, y consolidando su convencimiento
de que sin un mayor y más permanente grado de participación será imposible
revertir las actuales condiciones socioeconómicas en que se hallan
sumergidos grandes estratos de la población. Pero ¿quién puede participar
si todos y cada uno, jóvenes y viejos, mujeres y hombres y hasta niños se
hallan sometidos al extenuante quehacer cotidiano cuando no a la búsqueda
permanente de la diaria y apenas mínima subsistencia?.
Pareciera evidente que no solamente por la vía de la flexibilización de
las leyes laborales que han impuesto horarios agotadores sino también a
través de la inestabilidad ocupacional y el fantasma del desempleo se
desalienta e impide esa participación literalmente fomentada. Que por
supuesto se acepta, se estimula, se impulsa en teoría pero se impide en la
práctica de varias y diferentes maneras. Además ¿cómo se puede esperar que
alguien luego de jornadas agobiadoras pueda encontrar la fuerza necesaria
para encarar nuevas tareas aunque sean comunitarias y lleven el sello del
beneficio colectivo? En síntesis: "Adelante con
la participación popular pero... las condiciones las fijamos NOSOTROS"
Adonde están esos NOSOTROS que no
tienen la cara de Lula, ni de
Tabaré ni siquiera del mismísimo
Bush que no es sino la marioneta mayor en
este sistema de imposiciones que nada tienen que ver con la voluntad
popular. ¿Los pueblos quieren gobiernos
progresistas que les llenen la cabeza de ilusiones y de imposibles
promesas? Pues bien ahí los tienen. Se superó la época de los
sables, y los tanques en las calles, NOSOTROS también hemos
progresado y hemos descubierto armas mucho más sutiles para seguir
ejerciendo nuestra irrevocable voluntad. Los pueblos no han encontrado
todavía nuestro talón de Aquiles y seguimos
siendo invulnerables detrás de nuestras torres de marfil, la
OMC, el Club Bilderberg,
el G8, el Imperio...
Además tenemos otra gran ventaja a nuestro favor, las
autodenominadas izquierdas, los
movimientos progresistas son solo un
variopinto conglomerado de organizaciones, de partidos, de iniciativas
barriales imposibles de cohesionar, son
rehenes de la atomización y cuando encuentran
el denominador común que puede llegar a permitirles una cierta congruencia
no pueden evitar las disputas por los liderazgos
que inevitablemente terminan en rupturas irreconciliables. NOSOTROS
no padecemos esos males, tal vez por aquello de que "La
unión hace la fuerza" o porque nuestros objetivos son claros y si
alguna vez invocamos el derecho a la libre competencia es solo cuando nos
manifestamos "pour la galerie" o
exclusivamente para aquellos que no forman parte de nuestra mundialmente
restringida elite.
NOSOTROS somos los demiurgos de la historia y salvo algunas escasas
excepciones que pretenden enfrentarnos, llámense
Chávez o Castro, que por otra parte
tampoco nos preocupan demasiado, lo seguiremos siendo mientras los pueblos
no descubran cual es el secreto de nuestra fortaleza, solo entonces tal
vez puedan socavarla. Mientras tanto seguiremos, qué duda cabe,
dominándolos y usufructuando sus riquezas tanto en éste como en otros
continentes. |