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"Somos
la harina en su pan, el trigo en sus tallarines, la sal en sus frituras.
Somos el maíz de sus tortillas, el chocolate de su postre, el edulcorante
de su gaseosa. Somos el aceite de su aderezo y la carne, cerdo o pollo que
usted come para la cena. Somos el algodón de su ropa, la terminación de su
alfombra y el fertilizante de su campo", de esta manera
Cargill describe a su empresa en un folleto
promocional.
El norteamericano Brewster Kneen, en su libro
"Gigante Invisible: Cargill", analiza las
estrategias del agro-negocio transnacional y del sistema alimentario
mundial. Consiguió información visitando establecimientos de
Cargill en el mundo y hablando con obreros,
capataces, competidores, académicos y funcionarios públicos de varios
países.
Para desentrañar cómo era la corporación hizo, según sus palabras, "un
trabajo arduo, de intercambio, ya que muchos de los empleados de Cargill
desconocían cómo era la corporación para la que trabajaban" y esto
no es casual agrega, ya que "una visión general
sería perturbadora y revelaría el poder de la corporación. La experiencia
sugiere que es mejor permanecer invisible".
Las empresas que operan más allá de los límites nacionales a finales de
los años `50, se llamaron "multinacionales",
un término que implicaba estar compuestas o representar los intereses de
muchas naciones. Nestlé, Unilever, Cargill y
Mitsubishi, por ejemplo, no representan ni están compuestas por
muchas naciones, ya que mientras las corporaciones colectivas eran
incorporadas bajo las leyes de alguna tierra por conveniencia o tradición,
en la actualidad éstas no le deben lealtad a ningún Estado o nación.
"No funcionan a favor de los intereses de ningún
país en particular porque deben servir precisamente a los intereses de la
corporación misma y de sus dueños primero. Viven en todas partes y en
ninguna parte en un mundo de mercados. Cargill no es el problema, sino la
expresión más inteligente y poderosa del plan alimentario corporativo. Si
desapareciera Cargill, tendríamos los mismos problemas".
Para Brewster el
comercio de Cargill no se trata de comida, de
nutrición, ni de justicia, ya que no se concentra en la distribución, sino
en el crecimiento del capitalismo global. A la par del aumento de la
variedad de productos alimenticios, crecieron las variedades y cantidades
de ingredientes de Cargill que están
contenidos en ellos, o sea, una inmensa parte del sistema alimentario
mundial. De esta manera Cargill está haciendo
actualmente con la soja lo que ya hizo con el maíz:
romperlo en varios ingredientes para que esté en todos los alimentos.
Brewster propone no sólo un cambio del
modelo de negocio, sino una
revolución cultural. "El
proceso global en que Cargill está comprometido puede describirse como la
recreación del feudalismo". Así, saca a las personas de su tierra
por medio de "actos de encierro",
obligándolos a convertirse en trabajadores a sueldo y en compradores de lo
que antes se autoabastecían.
La ideología de las corporaciones actuales (y de gran parte de los
consumidores) sostiene que la corporación es la fuente de sabiduría y es
el organismo más competente para planificar la producción global y la
distribución de acuerdo con las reglas del mercado. Y
Cargill se auto postula como el agente más
competente para ayudar al desarrollo de los empobrecidos del mundo. Al
mismo tiempo, estas compañías que alimentan la olla pública, con sus bocas
llenas desacreditan la deuda pública y el bienestar social. "Esto
sugiere que su éxito comercial tiene más que ver con conseguir subsidios
públicos, que con su perspicacia comercial".
Cargill fabrica y comercializa fertilizantes,
semillas propias y de terceros, coco, chocolate, hace grandes inversiones
en soja y carne en Argentina y en Brasil. Está implicada en los servicios
financieros. Mediante la "ecoseguridad" hace
negocios con los "bonos de carbono", para
compensar la contaminación producida por Estados
Unidos. Cargill no tiene compromiso
ideológico. Mientras haya mercado producirá
transgénicos u orgánicos.
- Con este sistema no habrá alimentos para la mayoría de nosotros -
dice Brewster - Nos
tildan de utópicos, pero lo utópico es pensar que corporaciones como
Cargill solucionarán el problema del hambre en el mundo".
Kneen estudió economía y teología en Estados
Unidos y el Reino Unido, produjo
programas de temas públicos para Radio CBC de Canadá
y trabajó como consultor de iglesias en cuestiones de justicia social y
económica. En 1980 con su esposa Cathleen
comenzaron a publicar un periódico de análisis de sistemas alimentarios, "The
Ram`s Horn". |