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La
desinformación-espectáculo
En 1990-1991, la operación «Tormenta del Desierto»
movilizó una amplia coalición internacional para obligar a Irak a
retirarse de Kuwait. La opinión pública de
los Estados implicados se unificó en torno a una fuente común de
información: la CNN. La cadena
estadounidense, creada hace 10 años, se ha metamorfoseado en una cadena
con audiencia internacional y ha impuesto al resto del mundo su concepto
de «información continua».
Durante todo el conflicto, en todas partes del mundo, las demás cadenas
de televisión retomaban en directo sus imágenes y era frecuente que
reprodujeran prácticamente sus mismos comentarios.
El dispositivo de propaganda que los Estados Unidos
erigieron durante la Guerra Fría para luchar
contra la propaganda soviética se extendió con rapidez por todo el
planeta. A falta de un competidor soviético, la propaganda de
Washington no tuvo límites y se volcó en los
países aliados, inclusive en los propios Estados
Unidos. Retrospectivamente, el procesamiento de la información por
CNN nos parece tergiversado, parcial, hasta
burdamente insidioso.
En los años siguientes, la mayoría de los Estados desarrollados crearon a
su vez cadenas de información continua con la esperanza de que el control
de los medios masivos audiovisuales pudiese garantizar su objetividad.
Ahora bien, todos pudieron constatar que cuando los atentados del
11 de septiembre de 2001, y después cuando
las operaciones «Libertad Infinita» y «Libertad
para Irak», este dispositivo, lejos de proteger a la opinión
pública de la propaganda estadounidense, la hizo más vulnerable aún.
De hecho, tal como lo ha señalado el sociólogo
Marshall McLuhan, el problema reside ante todo en la forma y no en
el contenido del mensaje, ya que «el medio es, en
sí mismo, un mensaje». |