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1125 • DECLARACIÓN

 

Jueves, 7 de julio de 2005

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Hacemos llegar nuestro apoyo y solidaridad al pueblo de la Gran Bretaña, muy en particular a las familias afectadas por los atentados terroristas, en Londres, que ha provocado cientos de muertos y heridos.

Rechazamos y denunciamos, con toda nuestra energía, todo tipo de terrorismo, provenga de quien provenga; como el provocado por el oscurantismo de quienes recurren a las sombras buscando imponer el miedo a través del terror, como Al Qaeda.

No podemos dejar de señalar que, en ésta locura y violencia desatada en el mundo, mucho tienen que ver las políticas impuestas como el terrorismo de Estado, de gobiernos que desconocen las Resoluciones de las Naciones Unidas, el Derecho Internacional, los Pactos y Protocolos y que aplican la sistemática violaciones de los derechos humanos, torturas, desapariciones, violaciones y asesinatos. Es lo que sucede en las cárceles de Irak, Guantánamo y Afganistán, con total y absoluta impunidad.

No existe justificativo alguno que avale la barbarie y el terror.

No podemos olvidar que el 15 de febrero del 2003, los pueblos del mundo se pusieron de pié para reclamar a sus gobierno y al mundo ¡NO A LA GUERRA!. Los gobernantes no quisieron escuchar ese clamor y llevaron a los pueblos a la guerra, invocando mentiras, justificando lo injustificable y llevando al mundo a un punto crítico.

Han desatado una guerra sin fronteras, donde la inseguridad y el miedo es el común denominador. Debemos alzar nuestra voz y sumarla a las voces del mundo que reclaman detener la locura desatada antes que sea tarde y la violencia envuelva a todos los pueblos.

Nos duele profundamente el sufrimiento del pueblo londinense, víctima de los atentados terroristas, la pérdida de vidas y heridos. Nos duele la irresponsabilidad de los gobernantes que montados en la mentira y en los intereses políticos, militares y económicos, y a quienes no les interesa la vida de los pueblos, hayan desatado la guerra, invadiendo otros países.

Nos duele que unos y otros invoquen a Dios para justificar el horror y las matanzas.

Reclamamos acciones internacionales de Iglesias, organismos internacionales y sociales, para unir sus voces y reclamar el cese de la violencia. Lamentamos que la ONU haya sido neutralizada y no tenga fuerza para ejercer sus funciones frente a los desafíos que el mundo reclama.

ADOLFO PÉREZ ESQUIVEL
Premio Nóbel de la Paz
Buenos Aires, 7 de julio de 2005