ANGEL G. VILLOLDO |
Con este tango que es burlón y compadrito
se ató dos alas la ambición de mi suburbio;
con este tango nació el tango y como un grito
salió del sórdido barrial buscando el cielo.
Conjuro extraño de un amor hecho cadencia
que abrió caminos sin más luz que la esperanza,
mezcla de rabia, de dolor, de fé, de ausencia
llorando en la inocencia de un ritmo juguetón.
Por tu milagro de notas agoreras,
nacieron sin pensarlo, las paicas y las grelas,
luna de charcos, canyengue en las caderas,
y un ansia fiera en la manera de querer...
Al evocarte, tango querido,
siento que tiemblan las baldosas de un bailongo
y oigo el rezongo de mi pasado...
Hoy, que no tengo más a mi madre,
siento que llega en punta'e pie para besarme
cuando tu canto nace al son de un bandoneón...
Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera
y en un 'pernó' mezcló a París con Puente Alsina,
triste compadre del gavión y de la mina
y hasta comadre del bacán y la pebeta.
Por vos shusheta, cana, reo y mishiadura
se hicieron voces al nacer con tu destino...
Misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo,
que ardió en los conventillos y ancló en mi corazón! |