¡Organito!
Ya no pasás por mi acera
moliendo tu bullanguera musiquita de réquiem,
ya no se oyen por las tardes
poéticas de estío,
aquellos sones queridos
que me hacían tanto bien.
Se ha perdido tu murmullo,
lejano como el arrullo
de los vaivenes del mar,
ya no vemos la sonrisa
del ciego que a tu manija
daba vueltas sin cesar.
¿Porqué te fuiste, organito?
Te arrancaron de mi barrio,
perfumado y solitario,
con las piedras de la calle
donde solías sonar.
Te fuiste tras el ladrillo
de la vereda compadre
que halló en sus noches de alarde
un taquíto militar.
Quizá, se marchó con el progreso
tu inspiración, y por eso,
sin esperanza ni fe,
te fuiste con la tristeza
de Carrieguito, el poeta
o, en pos de la silueta
de la barriada de ayer.
Cierto. ¡El barrio no está como antes!
ya no se ve la cortada ni la reja perfumada
donde solía bordar,
la vecinita tan tierna,
con su carita de enferma,
con su blusa de percal