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948 • PAPERMANÍA

Martes, 2 de noviembre de 2004

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Hace unas décadas no era difícil encontrarse a eminentes científicos que apenas habían publicado una docena de artículos en revistas especializadas. Hoy, el más joven de los investigadores puede presentar un currículum con setenta u ochenta publicaciones en las más prestigiosas revistas. Este fenómeno, que se ha dado en llamar papermanía, introduce a la comunidad científica en una vorágine de artículos y contra artículos, en una obsesión desmedida por publicar, que puede causar algunos errores de bulto en los resultados.

Alex Kahn, director del laboratorio de genética y patología molecular del CHU Cochin Port Royal de Francia y redactor jefe de Médicine-Sciences, explica el fenómeno de un modo muy simple. Para él, la función del investigador no es sólo investigar, sino comunicar los resultados a la comunidad.

Las revistas científicas reciben una cantidad de artículos que excede, a todas luces, sus posibilidades de publicación. La selección, en muchos casos es realizada de manera arbitraria en función de la pertenencia a un determinado grupo dominante (colegio invisible), lo que da origen a una masa de autores frustrados en busca de publicación. El primer paso para estos desconsolados es recurrir a revistas de menor prestigio y rebajar la calidad de sus trabajos.

Otra opción es la de crear su propia revista y, con ello, un nuevo colegio invisible sujeto a nuevas normas arbitrarias y excluyentes. El tercer camino es alcanzar la fama de la manera más rápida: recurriendo a los medios de comunicación ordinaríos y obviando las revistas científicas. El ansia por publicar lo antes posible puede llevar a dar por buenos, aquellos resultados que no han sido lo suficientemente contrastados.

Hay ocasiones en que la propia denuncia del fraude puede convertirse en un motivo para el salto a la fama. Es el caso de Margot O'Toole y sus acusaciones al equipo del laureado doctor Baltimore. La denuncia de O'Toole, quien aseguraba haber encontrado errores en los datos de Baltimore sobre virus causantes del cáncer, no pudo ser corroborada plenamente por ningún tribunal.

Colaboración Ignacio Gómez Ventura