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924 • VERGÜENZA PERMANENTE

Miércoles, 29 de setiembre de 2004

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Gran número de Indios Americanos arribaron a Washington la semana pasada, en parte para celebrar, y en parte para corregir una injusticia histórica. La ocasión era la apertura del Museo Nacional del Indio Americano en el Paseo Nacional, un recordatorio vívido del legado profundo, cultural y simbólico de los pueblos indígenas de América.

De fondo, sin embargo, se trata de un continuado pleito, cuyo propósito es devolver a los indios los haberes y rentas que les corresponden de pleno derecho. En especial, el proceso busca establecer la contabilidad correspondiente a un inmenso fideicomiso, instalado hace más de un siglo, cuando el Congreso fraccionó las tierras de las Reservas en lotes individuales. Dicho fideicomiso debía manejar las rentas, provenientes de los arrendamientos del petróleo, la madera y otras actividades, adeudadas a los indios como titulares individuales. A lo largo de más de un siglo de desorden y deshonestidad el Gobierno Federal (específicamente el Departamento del Interior, encargado de administrar el fideicomiso) ha estafado a generaciones de indios y amenaza estafar a un medio millón más: los actuales beneficiarios del fideicomiso.

Muchos de los beneficiarios mantienen intereses en la tierra, minimamente fraccionada, que ha pasado de generación en generación. Pero nadie se da cuenta de las verdaderas dimensiones del fideicomiso porque el valor de esos arrendamientos y derechos (royaltis) son poco claros, y porque nunca ha habido una verdadera contabilidad del dinero pagado por dentro ni por fuera de ello. Lo que queda claro es que a los indios a menudo se les pagó mucho menos por sus arrendamientos que a los blancos por una propiedad comparable.

Los que examinaron el fideicomiso (incluso miembros del Congreso) fueron sacudidos por cuán mal y cuan fraudulentamente se lo ha administrado. Los registros se han perdido y han sido destruidos deliberadamente. Una estimación aún conservadora de las cantidades adeudadas a los indios por el fideicomiso trepa a decenas de miles de millones de dólares.

El Departamento de Interior ha presentado planes ineficaces para reformar el fideicomiso. Pero en vez de trabajar para proporcionar la contabilidad histórica del fideicomiso, como es necesario, los funcionarios de Interior destacan, para involucrar al Congreso, que el costo de la contabilidad puede llegar a los 3 mil millones de dólares, sin ninguna garantía de que se encontrará verdaderamente nada. En otras palabras, el Departamento pretende llegar de entrada a la conclusión de que probablemente se deba muy poco a nadie.

Los demandantes han ganado en tribunales cada etapa del proceso. Los funcionarios de Interior han sido sancionados repetidas veces por inconducta y malapraxis. Hasta ahora Interior ha trabajado tan intensamente en desacreditar al juez del caso, Royce Lamberth, como debiera haberlo hecho para solucionar verdaderamente el problema. El Departamento argumenta esencialmente que no es asunto de la magistratura decirle a la rama ejecutiva cómo llevar sus negocios. Pero el Departamento ha tenido más de un siglo para obtener este derecho. Estos no son asuntos abstractos. Este es un caso sobre dinero verdadero adeudado a personas verdaderas.

La pregunta central es simplemente: ¿Quién se ha beneficiado con la actividad económica en las tierras indias individuales del fideicomiso?. Seguro que no los indios, que son sus propietarios. La única razón real para bloquear la contabilidad histórica de este fideicomiso (y una verdadera reforma) es impedir la  verdadera respuesta a esa pregunta.

THE NEW YORK TIMES (26-SET-04)
Colaboración E. Rosemberg