Click para ir al número anterior

ANTERIOR

EL CUENTOMETRO DE MORT CINDER

SIGUIENTE

Click para ir al número siguiente

724 • ETICA AL PODER 2

   

Sábado, 24 de enero de 2004

Al índice

Click para ir al índice

  - ¿La globalización es el Apocalipsis o el Mesías?
- Como decía Aristóteles, los venenos sirven para matar y los venenos sirven para sanar. Todo depende de cómo se empleen y con qué metas. La globalización es, o bien la gran ocasión para hacer una ciudadanía cosmopolita, donde el universo sea la ciudad de todos y todos se sientan ciudadanos, o sencillamente la culminación de un proceso en el que cada vez se abre más el abismo entre pobres y ricos, entre países que ya no interesan a nadie y países en los que la gente se lanza a consumir como loca.

- ¿El consumismo ha sustituido a alguna doctrina?
- Sí, es la doctrina número uno, y además lo que nos une a todos cada vez más no es ser personas, sino ser consumidores. Me gusta mucho esa expresión de Rifkin que dice que nuestra etapa es aquella en que ha triunfado el capitalismo porque ha conseguido llevar todo nuestro tiempo a la arena comercial. Podemos comprar a cualquier hora del día, de la noche, por Internet, en una gran superficie... Somos consumidores de raíz.

- ¿El consumismo es un síntoma de que el egoísmo le ha ganado el pulso a la solidaridad?
- Es una forma de vida que hace prácticamente imposible la solidaridad. Cuando hay una forma de vida en la que lo que da la felicidad es ir de compras, porque la gente ya no va a comprar esto o lo otro, sino de compras como un fin en sí mismo, que el de al lado tenga o no tenga, o se esté muriendo de hambre, es que ni se considera. El consumismo ha expulsado a la solidaridad.

- ¿A qué responden las movilizaciones antiglobalización?
- A un profundo sentimiento de que la globalización, tal y como se está produciendo, no es humanizadora. Pero creo que esos movimientos deberían dar alternativas. Ganarían mucho más si en vez de decir no, que no tiene sentido porque la globalización va a seguir, dijeran sí, pero de esta manera. Nos estamos jugando el futuro en el cómo.

- ¿Qué exigencias debería imponer la ética ante la brecha abierta por la secuenciación del genoma?
- Muchísimas, pero no en el sentido alarmista de la gente que imagina un futuro terrorífico, sino más bien de pensar las cosas con serenidad. La globalización nos ha llevado al corto plazo, y en temas como el del genoma el corto plazo puede ser terrible. Si una empresa ha gastado una enorme cantidad de dinero para patentar un gen, no está dispuesta a no comercializarlo inmediatamente. Cuando hemos entrado en la comercialización, todo se vuelve imparable. Más aún porque hay países que tienen capacidad adquisitiva para patentar genes y otros que no la tienen, con lo que los países subdesarrollados cada vez son más dependientes. En este proceso me parecen más responsables los científicos que las empresas, porque los investigadores son partidarios de las moratorias y de agotar todos los plazos hasta ver los resultados, mientras que la industria quiere rentabilizar enseguida la operación sin esperar.

ADELA CORTINA ORTS
Dra. en Filosofía entrevistada por Miguel Alberola
Colaboración ATTAC