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434 • LUMERPA

Miércoles, 12 de Febrero de 2003

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Hubo una vez un viajero que recorrió medio mundo en busca del ave extraordinaria. Según los sabios, lucía el plumaje más blanco que se pueda soñar. Decían además que sus plumas parecían irradiar luz, a tal punto que nunca nadie había visto su sombra. ¿Dónde encontrarla? Lo ignoraban. Ni siquiera sabían su nombre. El viajero recorrió el bosque, la costa, la montaña. Un día, junto al lago, vio un ave inmaculadamente blanca. Se acercó con sigilo, pero ella sintió su presencia y levantó vuelo. Su sombra voladora se dibujó sobre las aguas del lago. "Es sólo un cisne" se dijo entonces el viajero, recordando que el ave extraordinaria no tenía sombra.

Tiempo después, en el jardín de un palacio, vio un ave bellísima. Estaba en una gran jaula de oro y su plumaje resplandecía en el sol. El guardián del jardín adivinó lo que pensaba y le advirtió
-Es sólo un faisán blanco, no es lo que buscas.
El viajero incansable recorrió países, continentes... Llegó hasta el Asia y allí, en un pueblo, conoció a un anciano que dijo saber dónde se encontraba el ave extraordinaria. Juntos escalaron una montaña. Cerca de la cumbre, vieron al gran pájaro. Sus plumas, esplendorosamente blancas, irradiaban una luz sin igual.

-Se llama Lumerpa -dijo el anciano- cuando muere, la luz de su plumaje no se apaga. Y si alguien le quita entonces una pluma, ésta pierde al momento su blancura y su brillo.
Allí terminó la búsqueda. El viajero volvió a su tierra, feliz como si una parte de aquel resplandor lo iluminara por dentro. Y aseguró que el plumaje de Lumerpa era como la fama bien ganada y el buen nombre...que no pueden quitarse a quien las tiene y que siguen brillando aún después de la muerte.

LEONARDO DA VINCI
Colaboración Cayo Mecenas