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345 • JERUSALÉN

 

Jueves, 31 de octubre de 2002

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Un padre palestino protege a su hijo durante un  tiroteo. Instantes después fueron muertos por el ejército israelí Jerusalén se ha convertido en el muro contra el que se estrellan las negociaciones entre palestinos e israelíes. La ciudad, reclamada por Israel como “capital eterna, única e indivisible”, tiene también un valor religioso esencial (por la Explanada de las Mezquitas) y nacional ya que la ocupación de la ciudad en 1948 implicó el inicio de la lucha palestina.

Si Jerusalén es el gran problema, la Explanada de las Mezquitas es el epicentro de la cuestión. En el recinto, que los musulmanes llaman Haram El Shariff (el Noble Santuario), se encuentran los templos de Al Aqsa y la Cúpula de la Roca. La mezquita es el tercer lugar sagrado para el islam e incluso en la época de los Omeyas fue el primero, ya que Mahoma dirigió su oración hacia Jerusalén durante los 16 primeros meses tras la revelación por parte del ángel Gabriel. Además, según la tradición judía en el subsuelo se encuentran las ruinas del Templo de Salomón y allí se reconstruirá cuando llegue el Mesías. De ahí que los judíos denominen a este recinto el Monte del Templo.

La Cúpula de la Roca guarda la piedra desde la que se cree que el profeta ascendió a los cielos y, para los judíos, ésta es la piedra sobre la cual Abraham iba a sacrificar a su hijo Isaac como ofrenda cuando Dios envió un cordero para morir en su lugar. Por si fuera poco, junto a Haram El Shariff o el Monte del Templo se encuentra el Muro de las Lamentaciones, el lugar de oración más sagrado del judaísmo, pues se considera que es el único resto en pie del antiquísimo Templo de Salomón.

Ni los israelíes, que descartan que pase a ser una zona internacional como declaró la ONU, parecen dispuestos a renunciar a la ciudad ni los palestinos quieren un futuro Estado si Al Quds no es la capital. Así que las negociaciones apuntan a su partición en una zona árabe (Jerusalén este o ciudad antigua, que incluye los barrios musulmán, armenio, cristiano y judío, incluido el Muro de las Lamentaciones y la Cúpula de la Roca, con soberanía compartida de los santos lugares) y otra israelí (la ciudad nueva o Jerusalén oeste).

La ocupación de Jerusalén se inició el mismo día en que nació el Estado israelí, el 14 de mayo de 1948. Israel mantuvo el control de la ciudad nueva después del armisticio del 49 y, en la guerra de los seis días, se hizo con el resto de la ciudad, aunque la comunidad internacional nunca ha reconocido esta anexión ni la capitalidad de Israel.

Pero la ocupación ha continuado en tiempos de paz, adoptando la forma de un proyecto denominado Gran Jerusalén, íntimamente relacionado con la política de asentamientos de Israel y que consiste en una ampliación de los límites municipales de la ciudad. En 1998, el Gobierno israelí aprobó el proyecto de municipalidad única para Jerusalén, que creó en el entorno de Jerusalén una zona metropolitana de unos 440 kilómetros cuadrados (cuatro veces más territorio que el que ocupaba el propio Israel antes de 1967) y que incluye el asentamiento de Har Homa (Yebel Abu Ghneim para los palestinos) y la construcción del túnel bajo la parte antigua de Jerusalén.

Este proyecto, que supone la anexión ilegal del 40% de Cisjordania y viola las resoluciones de la ONU y los acuerdos de paz, tiene el objetivo de contrarrestar la desigualdad de fuerzas que causará el alto índice de natalidad de la población palestina. De hecho, cuando finalice el programa de asentamientos en Jerusalén Este (que prevé el establecimiento de 250.000 colonos que se sumarán a la población judía de Jerusalén Oeste) y la zona quede dentro del nuevo cinturón municipal, la relación demográfica será de un 70% de judíos y un 30% de palestinos. Así, la minoría palestina quedará encerrada dentro del Gran Jerusalén, aislada de Ramala y Belén, ya que la red de carreteras que une los asentamientos es de uso exclusivo israelí.


Nota original publicada por Diario EL PAIS Madrid
Foto AP